Erick
—¿Pueden dejar de besarse mientras estoy presente? Es incómodo.
—Lo siento, Er, es que los labios de mi Richi son muy adictivos— habló el castaño volviendo a besar los labios del moreno.
—Los odio— susurro y camino rápido en los pasillos, con la mirada fija en el piso.
Mi cabeza impacto contra un pecho duro, haciendo que mi trasero casi se impacte con el duro piso, si no fuera por las fuertes manos que sujetaron con fuerza mí cintura.
—Vaya, niño, tienes que prestar más atención y dejar de caer en mis brazos— soltó una risa.
—Uh, ¿esta bien? Gracias por no hacerme caer— me encogí de hombros mientras me alejaba de aquel extraño, miro su rostro; mí atención fue el moretón en su ojo izquierdo— ¿qué te pasó en el ojo?
—Curioso— sonrió— ayer tu novio golpeó mí hermoso rostro mientras tú dormías.
—¿Qué? ¿Novio?
—Sí, Joel Pimentel
—Joel no es mi novio ¿Y que sucedió para que te golpeara así?
Negó con una sonrisa en el rostro.
—Mejor que te lo cuente él.
Se apartó de mí y se fue.
No quiero hablar con Joel después de lo que sucedió esa noche.
Veo como Camila pasa por mi lado sin ni siquiera verme. Frunzo el ceño confundido ¿Y a esta qué le pasa?
Rápidamente voy tras ella y agarró su hombro para darla vuelta.
—¿Qué te pasa?
—Mis padres se van a divorciar— soltó sin rodeos y veo como sus ojos empiezan a cristalizarse.
Suspiro abrazándola por los hombros y ella me corresponde ocultando su rostro en mí cuello mientras oigo los pequeños sollozos que suelta.
Me parece raro que sus padres se separen, hace apenas unas semanas fui a su casa y tanto el padre como la madre lucían perfectamente bien.
—Tranquila, nena...— murmuré en su oído, acariciando su largo y ondulado cabello.
De pronto oigo como una risita escapa de sus labios, confundido me separó de ella y veo la sonrisa en sus labios, su rostro no presenta ninguna lágrima caída.
—¿Qué te pareció?
—¿Qué?
Estoy confundido, ¿Qué no estaba llorando?
—Me inscribí a actuación y estoy practicando ¿Qué tal, eh?
—Serás pendeja— susurro inaudible—. Pues, lo hiciste bien. Creo que por fin servirás para algo.
Ella rodó sus ojos.
—Te ví hablando con Zabdiel, ¿Viste su ojo? Pagaría por ver cómo Joel le pegó— soltó una pequeña risa, seguramente imaginándoselo.
—¿Tú sabes algo?
—Poco—se encogió de hombros.
—Habla ya.
—Resumiendotelo; el viernes en la fiesta, Zabdiel te llevó a una habitación porque tú te dormiste sobre él, literalmente, por lo que me dijeron alguien le dijo a Joel que te vieron subir con él, subió como flash, le pegó un puñetazo en la cara y salió de ahí contigo en brazos— suspiró— ¿Qué romántico, no? Tu príncipe azul fue a salvarte.
—No es romántico— digo entre dientes— Es un idiota, no tuvo porque pegarle.
—Er, no sabía las intenciones de Zabdiel, él trató de protegerte.
—Pues se lo agradezco— espetó sarcástico—, pero no me importa, sé cuidarme solo— me cruzó de brazos.
—¿Qué pasaría si Zabdiel te hubiera llevado para aprovecharse de tu estado y abusar de tí?
—No lo sé, pero igualmente no tuvo porque reaccionar así y golpearlo. No todo se soluciona a los golpes.
—Eres un terco— negó repetidas veces con su cabeza y una sonrisa en sus labios.
Me encogí de hombros al mismo tiempo que el timbre para entrar a clases sonó.