♦TERCERA PARTE DE LA SAGA "UN DESTINO, UNA MANADA"♦
Estúpidos malentendidos separaron a Thomas y Matthew tras su plática en el bosque.
Malentendidos que deberán aclarase si no quieren que su amistad de años se pierda.
¿Pero qué pasa cuando la amista...
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— No te detengas... no lo hagas Thomas.
El lobo se llenó de excitación.
El vampiro desbordaba libido y pasión.
— Es la última oportunidad Matthew... detenme ahora— el lobo espero por la respuesta mientras besaba el cuello del vampiro. Espero, pero no obtuvo una respuesta, lo que obtuvo fue mejor... una acción. Con un rápido movimiento Matt giro su cuerpo quedando esta vez él sobre el lobo. Sus ojos se conectaron, los de Thomas desorbitados escudriñando cada detalle del rostro de su amado mientras Matthew posaba su vista en la fuerte y apretada mandíbula de su varonil lobo, se notaba a kilómetros el autocontrol que estaba ejerciendo sobre sí mismo, y sonrió con cariño.
En segundos la camisa ceñida a sus hombros fuertes y ancha espalda fue desgarrada por el vampiro, la sonrisa cambio de ser cariñosa a ser lujuriosa.
— Thomas... tómame — rogaba restregando su trasero contra el prominente y duro miembro del lobo.
El lobo solo logro dejar salir un doloroso gemido, el rosar de las pomposas nalgas del vampiro lo estaba matando y llevando al borde del abismo más obscuro. Sujeto con fuerza sus caderas impidiendo mayor movimiento, no quería terminar por venirse en su pantalones.
De nuevo con fuerza lo giro y el vampiro termino bajo de él. Con rápidos y ágiles movimientos se deshizo de la camisa, que para ese momento solo eran unos cuantos trozos que el vampiro había dejado.
— Prométeme que no te arrepentirás de esto... Matthew, por favor prométemelo — había miedo y suplica en su voz, temía porque el día de mañana el vampiro dijera que había sido un error estar con el tan pronto. Pero no era pronto o rápido para lo de ellos, se habían esperado toda la vida. Habían sufrido, habían llorado, se deseaban, no habría arrepentimiento.
— Te lo prometo Thomas... puedes siquiera imaginar cuanto te amo, jamás me arrepentiría de ser tuyo — el pecho de Thomas se llenó de seguridad pero sobre todo de felicidad y sonrió con tanto amor que se desbordo por sus ojos en forma de lágrimas.
— Te amo, Matthew — concluyo besando los labios del vampiro con ferocidad. Matthew lo recibió gustoso mientras limpiaba las lágrimas que el lobo había largado.
De momento toda prenda fue desapareciendo, estorbaba, demasiados vestidos para la ocasión. Matthew gemía sin reparo, en medio del bosque a nadie le importaría. Las manos de Thomas viajaban por cada lugar aún no explorado del cuerpo de Matthew, besaba cada lugar con devoción y amor arrancando sonoros jadeos, sus pieles ardían.
