Jungkook subió la cremallera de su sudadera negra y terminó de meter el uniforme dentro de la mochila. Sus dedos temblaban ligeramente. Aquella noche iba a ser su primer día de trabajo en el museo de artes de la ciudad. Nunca había sido guardia de seguridad antes, y había pisado un museo poco más que dos veces en su vida. Y eso había sido cuando era muy pequeño, cuando iba con su hermano y sus padres a ver alguna exposición del antiguo Egipto o del Imperio Romano. Pero aquel era el único trabajo que le permitía ir a la universidad por la mañana. Además de que una de las principales ventajas de ser un guarda de seguridad nocturno era que, después de dar un par de vueltas por el edificio para asegurarse de que todo iba bien, podría aprovechar y hacer los deberes.
Jungkook terminó de vestirse y cogió las llaves del piso.
-Me voy-gritó a nadie en concreto. Hacía horas que no veía a sus tres compañeros de piso. Había pasado toda la tarde jugando a los videojuegos en la habitación, con Jimin, al que le había pegado una paliza, pero hacía horas que se había ido a una especie de cita doble a ciegas junto a Jin. Y Hobi no había pisado el piso desde el día anterior, cuando se había ido junto a su grupo de baile a una competición en una ciudad cercana.
La noche era cálida, típica noche de finales de septiembre, pero una persistente brisa le revolvía el pelo y le hacía refugiarse en su sudadera. Se ajustó la enorme mochila que llevaba a su espalda donde había, además de su uniforme, los libros y apuntes de la universidad, y se montó en su bicicleta.
Apenas eran las diez de la noche, pero las calles estaban desiertas. Las luces de los semáforos y de las farolas iluminaban el asfalto mientras Jungkook recorría la ciudad pedaleando con todas sus fuerzas, solo oyendo su propia respiración. Le gustaba ir rápido, le gustaba sentir su respiración agitada, sus músculos calientes, contrayéndose y relajándose con cada pedaleada.
Cuando por fin llegó al museo, un pequeño escalofrío le recorrió la espalda. Era un edificio neoclásico inmenso de piedra caliza. Unas grandes escaleras subían hasta una puerta de madera de tres metros de ancho por cuatro de largo, custodiada por cuatro columnas corintias. Y había decenas de ventanas, todas ellas decoradas con motivos florales. Era un edificio hermoso. Pero aquella belleza podría ser aterradora también. Jungkook sacudió la cabeza y se dirigió a la parte trasera del edificio, donde había un pequeño callejón que llevaba a la puerta trasera del edificio, por donde entraba el servicio. Sacó el manojo de llaves que le había dado su jefe y abrió la verja que rodeaba el museo primero, para después abrir la puerta trasera. Nada más entrar, metió el código de seguridad que tenía apuntado en el brazo con tinta para que no saltara la alarma y encendió las luces. Se encontró con un laberinto de pasillos estrechos, donde había innumerables puertas numeradas. Aunque ya había estado allí antes para que su jefe le enseñara dónde iba a estar el cuarto donde podría cambiarse y ponerse el uniforme de guardia de seguridad, tuvo que abrir unas cuantas puertas antes de dar con el cuarto correcto.
Dentro ya del cuarto, abrió una de las taquillas y empezó a desvestirse. Metió su sudadera y sus vaqueros negros dentro de la taquilla y se puso el uniforme azul, que consistía en unos pantalones rectos azules y en una chaqueta azul con botones dorados. Agradeció que trabajara solo, porque aquel uniforme era bastante vergonzoso. Una vez hubo sacado sus libros y apuntes de la mochila, cerró la taquilla y se dirigió al vestíbulo del museo.
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Narciso
Fanfiction¿Qué puede ocurrir en un museo por la noche? ¿Que entren a robar desde el techo? ¿Que los cuadros te sigan con la mirada? ¿Que las estatuas cobren vida? Para Jungkook trabajar en el Museo de Artes Antiguas de la ciudad es solo una forma de ganar din...