Narciso

4. Inalcanzable

Taehyung seguía una vez más a Jungkook. Ambos caminaban en silencio por aquel laberinto de pasillos y salas exquisitamente decoradas. Había espléndidas obras de arte a su alrededor, y aunque a Taehyung le encantaba admirar la belleza, su mente bullía sin ningún control. Miles de imágenes se agolpaban delante de sus ojos, haciendo que se mareara. Lo estaba recordando todo. Todo. Recordaba a Eco, aquella delicada ninfa que la seguía a todos lados, repitiendo cada cosa que decía. Y recordaba aquel día. Aquel caluroso día en el que, bañándose en el lago más cercano a su hogar, al que iba cada todos los días de aquel verano, se vio a sí mismo reflejado en las aguas. Recordó lo que sintió: un amor más inmenso y verdadero por el que jamas había sentido por nadie. No podía dejar de mirarse. No podía dejar de amarse. Y aunque sintió cómo se introducía en el agua, cómo aquel líquido le rodeaba, entraba en sus pulmones y le arrastraba hasta las profundidades del lago, no podía dejar de sentir admiración por sí mismo. No sintió dolor. Y cuando cerró los ojos, a pesar de que se estaba ahogando, sonrió.

Y ahora estaba aquí. En aquel edificio, en aquel tiempo, con aquel chico. Había cambiado todo tanto...

Jungkook le dirigió hasta el cuarto donde se cambiaba, abrió la taquilla, sacó su sudadera y sus pantalones oscuros y se los tendió a Taehyung.

-Toma. Póntelo. Sé que no es mucho, pero debes de tener frío.

Taehyung asintió y empezó a vestirse. Hacía tanto que no sentía el frío... . Por su parte, Jungkook intentó apartar la mirada mientras Taehyung se ponía su ropa. Se preguntó si Taehyung notaría su olor en los tejidos. Se preguntó si le gustaría.

-¿Qué debo hacer? – Taehyung dijo con un tono tan dulce, que Jungkook pensó que se derretiría.

-¿Qué quieres decir?

-Debo volver a mi hogar. ¿Qué crees que debería hacer ahora para volver a mi hogar?

A Jungkook se le partió el corazón. No tenía ni idea de cómo podía ayudarle. Pero lo deseaba con todas sus fuerzas. Quería ayudarle, quería protegerle, quería besarle, decirle que todo iba a salir bien.

-Encontraremos la forma. No te preocupes. Confía en mí.

Y aunque quiso creerlo, prometerle aquello era demasiado cruel. No podía hacerle aquella promesa que no estaba seguro de que pudiera cumplir.

Taehyung no contestó, sin embargo. Jungkook asintió, entendiendo. Así que le hizo una seña para que le siguiera una tercera vez, sin tocarle, y fueron hacia el vestíbulo. Allí, Jungkook encendió los ordenadores y entró en el servidor de Internet. Dudaba mucho de que pudiera encontrar algo útil pero allí no había ningún libro, y la biblioteca central estaba cerrada a aquellas horas de la madrugada. Y es que no podía esperar. No podía hacer esperar a Taehyung. Tenía que darle esperanza, de que había algún modo. Aunque encontrar un modo de que Taehyung volviera a su hogar significara no poder verlo nunca mas.

Las horas pasaban y el amanecer se acercaba. Jungkook no había dejado de buscar. Estaba harto de entrar en páginas y blogs donde solo hablaban de mitología, de astrología, e incluso de las plantas que le correspondía a cada signo del zodiaco. Todo aquello era inútil, información basura que no servía para nada. Pero Jungkook no se quería rendir tan pronto.

Mientras, Taehyung, daba vueltas alrededor del vestíbulo. Se sentía raro, vestido con aquellos tejidos, pero estaba bastante cómodo. Además olían a Jungkook. Taehyung no podía descifrar aquel olor, pero le hacia sentir tranquilo, en calma. De hecho, de vez en cuando Taehyung se quedaba mirando al pelinegro, mientras éste estaba embobado mirando la pantalla del ordenador. Era...bello. No era una belleza absoluta, como la suya, pero era muy muy adictiva. Los ojos oscuros ligeramente rasgados, la nariz, los labios gruesos... todo ello constituían un conjunto que le costaba dejar de mirar. Por un momento, aquella sensación le recordó a lo que sintió al mirarse en el reflejo del lago. Una fuerte punzada atravesó su corazón. Dolía.