8. Mito o realidad

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Jungkook no podía dejar de pensar en Taehyung. Sus lágrimas, su dolor, la forma en la que se acomodó entre sus piernas, cómo se había quedado dormido bajo el hechizo de sus caricias... Todo aquello era como sentir miles de espinas clavadas bajo su piel. Esas espinas eran diminutas y nadie las podía ver, pero él las sentía con cada movimiento, con cada exhalación de aliento. ¿Cómo se podía actuar normal cuando por las noches entraba en el mundo de los cuentos, de los mitos y leyendas, de lo oscuro y misterioso? ¿Cómo podía estar en la universidad, rodeado de gente que no dejaba de hablar de temas banales, cuando Narciso, el arrogante y egoísta Narciso estaba atrapado, solo, encerrado en su propio cuerpo?

Jungkook andaba como un zombie por el campus de la universidad. No había dormido, no había comido. No era consciente ni dónde estaba. Era como vivir en una burbuja, en un sueño. Su vida se había reducido a Taehyung, él era todo en lo que podía pensar, él era ahora su realidad.

Pero... ¿qué coño le pasaba? ¿No habían pasado más que tres días y ya estaba obsesionado con alguien? Él, Jeon Jungkook, el que no se comprometía, el que era incapaz de sentir nada más que atracción para un lío de una noche, el que cuya vida era simple, casi aburrida, que se simplificaba en nada más que universidad, trabajo y un par de fiestas y ligues al mes. Él no era especial. Pero le estaban pasando cosas especiales. Todo aquello era irreal. Nadie le creería. Ni él mismo era capaz de entender nada de lo que le estaba pasando pero, sin embargo, al mismo tiempo se sentía afortunado. Eso era suyo. Era su papel. Él de verdad quería ayudar a Taehyung. Quería descubrir por qué había sido convertido en piedra, por qué su beso le había despertado y cómo podía hacer para que volviera a su tiempo. Y eso era lo que iba a hacer. Porque muchas cosas no sería, pero cuando a Jungkook se le metía algo en la cabeza no paraba hasta que lo hacía. Él era el chico de oro. Si él quería, él lo conseguía. Y lo que ahora quería era salvar a Taehyung.

Con aquel pensamiento, Jungkook se dispuso a ir directo a la biblioteca de la universidad. Sin embargo, no dio ni cuatro pasos cuando alguien se le subió a su espalda de un salto, dejándole sin respiración durante un par de segundos.

-¡Kookie!-gritó Jimin desde su espalda.

Jin vino al momento, aprovechando a peñizcarle la mejilla ahora que estaba ocupado sujetando las piernas de Jimin. Pero cuando por fin Jimin se bajó de su espalda, Jin se puso en posición defensiva, con los puños en alto y golpeando al aire, como si estuviera en mitad de un combate contra los poderosos músculos del maknae.

Jungkook le ignoró.

-¿Qué os pasa a los dos? Estáis como muy excitados...-empezó a decir el pequeño, pero el mayor le corto casi gritando:

-¡¡¡Voy a ver a Namjoon!!!

Jungkook lo entendió todo.

De repente, Jimin se puso de rodillas de forma dramática y se abrazó a la pierna de Jungkook como un koala.

-¡Por favor, por favor, por favoooor Jungkookie! Ven con nosotros te lo ruego, haré todo lo que me pidas, lo que quieras pero por favor no me dejes solo.

-¡Ni de coña!- dijo riendo el pelinegro-. Paso de ser el sujetavelas de una cita doble.

-No quiero estar con el tal Yoongi a solas. Jin y Nam me dejarán solos con él. Por favor ven con nosotros.

Jungkook negó con una sonrisa de medio lado en el rostro.

-Lo siento, Jimin-shi, pero me temo que estás jodido-le dijo Jungkook mientras le daba una palmada juguetona en la barbilla-. Además, tengo que ir a la biblioteca. Tengo cosas que hacer.

-¿Biblioteca? ¿Cosas que hacer?-Jin levantó una ceja-. ¿Eso es algun tipo de código que en realidad significa me voy a tirar a alguien entre los libros de las estanterías del fondo?

NarcisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora