9. Hechizado

223 40 3
                                    

Quería besarle. Quería besarle desesperadamente, pensó Jungkook. Era como si un hilo fino pero fuerte como el alambre le tirara hasta Taehyung. Era como un hechizo, pero el pelinegro sabía que todo lo que estaba sintiendo era real, no falso. Antes le había dicho a Taehyung que era lo más hermoso que había visto en su vida, y era verdad. No era solo su aspecto, era también su vulnerabilidad, la inocencia que a veces mostraba, la mirada que tenía ahora mismo, mirando el cielo oscuro e infinito.

-No sé cómo ayudarte. No sé cómo liberarte-Jungkook bajó la cabeza, avergonzado-. Sé que te lo prometí. Perdóname.

Taehyung miró al pelinegro, se cubrió la mano derecha con la manga de la sudadera y alzó la barbilla de Jungkook.

-No pasa nada, estoy bien-respondió. Y era cierto. A pesar de estar encerrado, de estar tan lejos de casa, de no poder controlar nada de lo que sucedía, a pesar de todo eso, se sentía bien. Hacía muchísimo tiempo que no estaba solo consigo mismo, dando rienda suelta a sus pensamientos, disfrutando de cada parte de sí mismo que, ahora, estaba descubriendo. Y Jungkook.... Él seguía ahí. A su lado. Y no solo físicamente. Notaba su apoyo aun cuando era de día porque sabía que, al caer la noche, él vendría. Podía contar con él.

El menor asintió, absorbiéndose la nariz mientras decenas de lágrimas recorrían su rostro. ¿Por qué estaba llorando? ¿Era por él, porque no podía ayudarle? ¿Por compasión? ¿Por sí mismo? Taehyung no lo sabía, pero aquello le calentó el corazón como si estuviera al lado de una hoguera, así que alzó la mano lentamente, y con el tejido de la sudadera fue secando una a una aquellas lágrimas.

Mientras le limpiaba, Taehyung no pudo evitar posar la mirada sobre los carnosos labios de Jungkook. Se preguntó si tendrían un regusto salado debido a las lágrimas. Por un momento se olvidó del inmenso dolor que le inundaría si le tocaba, y quiso besarle con toda su alma.

Así, ambos chicos se aproximaron poco a poco el uno al otro. Desde fuera, eran tan solo dos personas acercándose para besarse, como millones de personas más en el mundo en aquel preciso instante. Pero si te fijabas bien, aquellas personas eran muy especiales. Cada uno tenía sus miedos, sus dudas, sus debilidades, su pasado. Sin embargo, cuando los labios de ambos se juntaron, todo aquello pareció desaparecer. Nada de aquello importaba ahora. Los dos se sentían liberados, como si volaran por el cielo despejado. Y cuando Taehyung empezó a sentir la quemazón en cada célula de su cuerpo, la ignoró. No quería terminar ese beso nunca. No quería separarse de Jungkook jamás, aunque muriera en el proceso. Ya había muerto de amor una vez, al fin y al cabo.

Aquella quemazón eran cuchillas en sus brazos, agujas en sus ojos, caballos trotando sobre su cuerpo, agua llenando sus pulmones, carroñeros comiendo sus entrañas. Pero, aun así, entre todo aquel dolor, había una pequeña flor blanca. Un narciso en el ojo del huracán, en mitad de la tormenta. Y por primera vez, aquella flor no se correspondía con su yo, sino con Jungkook.

-¡Wow! Impresionante-Taehyung escuchó una carcajada, seguida de unos aplausos, en el fondo de su cabeza.

Abrió los ojos. Ya no estaba en la azotea del museo, besando a Jungkook, sino que estaba en lo que parecía el limbo. Un espacio oscuro e infinito. No había nada, pero a la vez parecía contenerlo todo. Y en medio de aquella oscuridad, un foco luminoso alumbraba a una mujer. No, no era un foco. La propia mujer desprendía luz propia, como una estrella. Era alta, con un vestido vaporoso que apenas cubría su vigoroso cuerpo. Estaba descalza, y su pelo ondeaba, aunque no hubiera ninguna brisa.

-Tengo que confesar que estoy gratamente sorprendida-volvió a hablar la mujer-. Eres mucho más interesante de lo que esperaba, Narciso.

-Némesis...-Taehyung pronunció el nombre de la diosa con el mayor desprecio que pudo.

NarcisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora