| Capítulo 8 |

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-- Mi nombre es Yūhi Kurenai.

-- Gusto en conocerla. --sonreí con los ojos como es de costumbre.

-- ¿Eres nueva en la aldea?

-- Huh, sí. Soy extranjera.

-- ¿Y qué te trae por Konoha?

-- Ehh... --mi procesador Intel no sabe que responder. Je je...--, bueno, son cosas personales. Bastante... emocionales. --la mejor excusa del mundo; agaché la mirada como si se tratase de algo delicado. Al fin y al cabo no estaba mintiendo.

-- Oh, disculpa. No debí ser tan directa. --dijo arrepentida.

-- No se preocupe señorita. Es sólo que... recuerdo la situación que aún no logro quitarme de la cabeza.

-- Vuelvo a pedir disculpas, Amanda... ¿san?

-- Oh, no importa. --dije mientras limpiaba una lágrima que provoqué que saliera de mi ojo derecho y recorría mi mejilla del mismo lado.

Me merezco un Oscar a mejor actuación semi-inecesaria del año.

Y en eso se abre la puerta, y este deja revelar la visita de dos personas: Saru y otro sujeto.

-- Buenos días, señoritas. ¿Cómo amanecieron? --dijo un amable y caballeroso Hiruzen.

-- Buenos días, Hokage-sama. Estoy un poco mejor, gracias por preocuparse. --dijo Kurenai sentada en la camilla. Saru fijó su mirada en ella mientras que ella le respondía. Tan lindo como siempre.

-- ¿Y tú, Amanda-chan? --volteó a verme.

-- Ah, Hola, DIGO, ohayo hozaimasu, Hokage-sama! --dije rápidamente apenada. El rió y yo levemente me enfadé mientras que pegaba mis piernas a mi pecho y sobre estas reposaba mis brazos cruzados. Ah sí, también fruncí la boca.

Kurenai se mantuvo seria, y el otro sujeto no comprendía la charla. En ese ratito que pasó entró una enfermera con una silla de ruedas.

-- Está bien. --finalizó.-- Asuma, te presento a Shine Amanda.

-- Buenos días. Yo soy Asuma Sarutobi.

-- ¿Sarutobi? --cuestoné

-- Sí. --respondió Saru poniéndose a la par de Asuma.-- Él es mi hijo.

-- Oh.

-- Asuma, por favor, ayuda a mover a Amanda a la silla de ruedas.

-- Sí. --y acató la orden. Delicadamente me cargó y me ubicó en la silla.

-- Arigato.

-- Nani mo.

-- Bueno, si nos disculpan, iremos a dar un recorrido al patio. Con permiso. --dijo Hiruzen tomando las empuñaduras de la silla y dirigiéndose a la puerta mientras que la Yūhi y Asuma se limitaban a asentir.

-- ¿Qué me sucedió?, ¿por qué estoy hospitalizada? --cuestioné.

-- Cuando bajemos al patio te explicaré todo lo que quieras.

-- Íbamos por el pasillo de mí habitación y al final se podía ver un ascensor. El ascensor no era de esos modernos con botones y equipo de sonido (bocinas e intercomunicador), más bien, era de esos que se arrastran unas rejas o puertas de acero, como las de la película "Titanic".

Entramos, habia un encargado que era para subir o bajar una palanca que había en la esquina derecha a un lado de la puerta; dependiendo a que piso queríamos ir.

A Él Lo SoñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora