| Capítulo 11 |

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"Los malaventurados no lloran"

Ring, ring, ring!!!

Era el sonido que emitía mi despertador; me sentía tan cansada.

El Hokage, por mi condición delicada que me podría hallar, me cambió de trabajo. Ahora soy archivadora,... o como se le nombre.

Me había dado un curso rápido de como debía de atender cada papeleo y en donde debía de buscar los expedientes cuando me los pidieran. Yo ya estaba lista para mí primer día.

Apagué la alarma de mi reloj para después levantarme, aún con pereza, y tendí la cama para después cambiarme de ropa y maquillarme como siempre, para estar presentable.

Salí y vi como aún seguía dormido Iruka en el sillón. Hace días lo convencí de que nos turnaramos la cama cada semana.

El uniforme que yo elegí --ya que no había uniforme para archivadora-- fue un traje sastre negro; lo mandé a hacer un poco entubado del pantalón, lo cual extrañó al costurero, ya que era la primera vez que una mujer le pedía tal cosa, un pantalón en vez de una falda; al igual que el saco, sólo que le tuve que explicar como lo quería. El chaleco fue normal al igual que la camisa. Al chaleco le añadí una pequeña cadena en la parte trasera. ¡Viva el arte gótico, darketa, emo y demás!

Me puse el cubrebocas de siempre y me hice peinado darketón, ¡a la verga lo que digan!

Me delinee los ojos y las cejas como siempre y me largué a la chamba.

Salí del departamento cerrando con llave la puerta. Bajé por las escaleras del edificio y en el penúltimo escalón di un brinco para llegar a la planta baja; seguí con mi camino.

El cielo se veía aún un poco oscuro, claro, eran las 6:50 de la mañana. Cargaba con mi mochila, en esta llevaba una botella con agua y una bufanda, por si me daba frío. El día de hoy no amaneció con la misma temperatura de otros días, hoy no hacia frío.

¡El año pasado fue fabuloso! Pude volver a festejar Navidad, aunque ahora la identificaría como el festival Rinne. Era casi lo mismo, sólo que en Konoha se hacía un festival con bailes típicos de la región, obras de teatro con marionetas para los niños chicos y también para la familia. Invité a Iruka a que estuviera con nosotros, no me parecía "bonito" que yo si tuviera con quienes estar y él no, aunque dijera que se la pasaría con unos colegas del trabajo.

Mediante pasaba el festival pude ver a Naruto, y... estaba solo.

-- Hola, Naruto-kun.

-- Ho-hola, Amanda-san. --saludó con un semblante un poco triste.

-- ¿Qué haces aquí sólo?

Guardó silencio por varios segundos.-- No tengo con quien estar. --agachó la mirada.

-- Mmm... ¡pues ahora los tienes!

-- ¡¿Qué?!

-- Bueno, sólo si tú aceptas pasar el día con mi familia y conmigo.

-- ¡¿Deberas?! --ahora su rostro era de alegría.

-- ¡Claro!

¡Ese día fue estupendo!, el mejor en muchos años.

Desde aquel día, Naruto y yo empezamos a ser amigos, de vez en cuando lo invitaba a comer a la casa. De la familia el se convirtió en el menor, seguido por Minerva. A los chicos les cayó tan bien Naruto que por eso lo "adoptamos" como nuestro familiar. Naruto le fascinó la idea.

A Él Lo SoñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora