IX

893 25 4
                                    

(Alba's P.O.V)

- ¡Suéltame! - Me veía gritar.

Todo estaba oscuro. Los sonidos parecían sordos, encerrados en una caja. Intentaba correr pero no podía. Pude reconocer el hermoso rostro de aquella chica de cabello negro, frente a mí. Me hablaba, pero no podía escucharla. Su mirada triste penetraba mi alma con fuerza, como un disparo. Una bala en el pecho. Me dolía mirarla, parecía destrozada. Ella seguía hablando pero mis oídos no captaban nada.

Lloré.

La ví alejarse. No.

No podía irse, no podía dejarme aquí tirada, no ahora. Me dedicó una última mirada, esta vez furiosa. Me culpaba. Era mi culpa. Todo. Tenía la necesidad de pedir perdón para que se quedara, haría cualquier cosa para que se quedara. "Quédate cerca", quise decir, pero no pude. Ella desapareció.

No... No...

No...

¡No!

- ¡Natalia!... - Una presión en mi pecho pareció empujarme. ¿Estaba despierta realmente?

Mis ojos estaban húmedos y por mis mejillas rodaban lágrimas saladas. Agitada, acelerada, en pánico; así estaba yo. Mis pupilas contraídas, inmóviles hasta mis manos temblorosas sintieron el contacto repentino de una calidez perfecta.

Perfecta.

Perfecta era ella, y si el tacto era perfecto, entonces era ella. Sí, estaba segura, era ella, era Natalia.

- Natalia... Natalia... - Su nombre salía de mi boca de manera ya casi automática, pero débil. A penas se podía percibir un movimiento en mis labios, agrietados y secos.

- Tranquila, estoy aquí... Tranquila, calma... Soy yo, ya pasó todo...

Ese timbre de voz, perfecto, hermoso. Sus manos viajaron hasta mis mejillas, con suavidad y delicadeza. Demasiada para lo que quería en ese momento. Deseaba que me abrazara con fuerza y no me soltara, que me tratara con desesperación como si mi retirada fuera la muerte para ella.

- No te vayas... Por favor, no. No me dejes, Natalia... - Sollozos comenzaron a ser más fuertes y, mi cuerpo sentado en la camilla, buscó su calor.

No dudó en abrazarme. Ni un segundo. Lo hizo fuerte, como yo quería. No me hacia daño, porque ella nunca sería capaz, y yo lo sabía. Negó muchísimas veces, asegurándose de que me quedara claro que no pensaba irse ni por asomo. Se quedaría, se quedaría a mi lado.

[...]

- ¿Se puede? - Llamaron a la puerta. Nada más se abrió pudo verse a Noemí.

- Claro, adelante. - Contesté. Mi voz había regresado con ayuda de Nat, cosa que no podría haberle agradecido más. Noe cerró la puerta y se acercó a mí. Nat había ido a por un café, así que me había quedado sola. - ¿Qué tal estás? ¿Te sientes bien?

- Sí, estoy mucho mejor, la verdad. - Afirmé asintiendo.

- ¿Como para la gala de mañana? - Repetí el movimiento de cabeza. - Bien... Todos estábamos preocupados; hasta a Damion se le escapó una lágrima al escuchar lo que te había sucedido. - Eso me enterneció.

- Estoy bien, de verdad. De hecho, me siento bastante enérgica y con ganas de cantar a los cuatro vientos. - Reí en cuando escuché la carcajada de Noemí debido a mi comentario.

- Pues en nada regresarás a la academia, entonces. - ¿Cómo?

- ¿No estoy en la academia? - Mi cara era un cuadro en ese momento.

Stay CloserWhere stories live. Discover now