XI

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(Alba's P.O.V)

En la mierda.

Esa era la forma más explícita de describir, muy brevemente, cómo me sentía en ese momento. Mi alma sintió desgarro y un dolor que nunca antes había sentido. Ya no estaba en mis venas el calor y la paz que siempre me acompañaba. Simplemente se había ido, y sentía que toda la serenidad del mundo se la había quedado ella. La chica que, por más que yo lo anhelara, no se acercaría. No lo haría. La había dejado con la palabra en la boca y había roto sus ilusiones. No debí. No debí llegar tan lejos, no debí querer conocerla tanto, no debí sentir nada por ella.

[...]

(Natalia's P.O.V)


Pienso en tu mirá.

Dios mío. ¿Por qué esa canción? ¿Por qué ahora? ¿Por qué me tocaba a mí cantar esa puta parte la canción?

- Tan bonita que amenaza. Cuando calla me da miedo. Tan fría como la nieve, cuando cae desde el cielo. Cuando sales por la puerta, pienso que no vuelves nunca. Y si no te agarro fuerte, siento que será mi culpa. - Ante las dos últimas frases mi voz ya estaba quebrada.

Esos versos me hacían llorar. Y ni practicando sola en el box conseguía calmar ese dolor y esa tristeza. Julia ya había tenido que calmarme varias veces, ya que las lágrimas salían como agua de cascada de mis ojos.

- Mierda... - Musité al mirarme en el espejo de la pared del cubículo, y percatarme de que el maquillaje de mis ojos había ensuciado mis mejillas.

- ¿Natalia, se puede? - A través del reflejo vi que era Julia. Me miró preocupada y, cuando asentí, entró y me abrazó, cerrando la puerta.

Yo no había parado la música, así que supuse que la gaditana estaría esperando a que terminara, ya que nada más el silencio regresó a la sala ella lo irrumpió.

- No puedes seguir así, Nat... - Me dijo acariciándome el cabello.

- Por favor, no me llames así... Así no... - Sollozos reinaban en el box.

- Es verdad, lo siento... Me olvidé de eso... - Hizo una pausa y me miró a los ojos. Yo hice lo mismo. - Sigo opinando lo mismo sobre eso, lo sabes, ¿no? - Yo asentí.

- Ella no quiere saber nada de mí, Julia. Nada. Me lo dejó muy claro hace unos días.

- Ay por favor, Natalia. No puedes estar con eso todo el tiempo. ¿Acaso no notas cómo te mira?

- ¿Por qué te crees si no que me cuesta cantar esta canción? - Contesté con obviedad. Ella pareció entenderlo, ya que suspiró perdiendo esperanza en que la situación pudiera mejorar. - Es por ella, por su mirada, esa intensa mirada que parece querer dejarme inmóvil ante su presencia.

- Pero eso es porque por más que ella quiera, no puede evitarte. Tenéis un magnetismo impresionante, y eso no se desvanece de un día para otro. De hecho, no creo ni que se pueda desvanecer. - Explicó. Y con razón. Alba estaba incrustada aún en mi corazón, en mi mente y en mi alma. No podía negar que aún pensaba en ella durante las noches y, deseaba que apareciera en mi cama y me abrazara en silencio, con fuerza. - Escucha. Si quieres, y solo si quieres... Marta y yo tenemos un plan.

- ¡Julia!... - Me negué, hasta que de repente la curiosidad apareció en mis opciones. - ¿Qué plan?... - Pregunté con temor.

Ella sonrió victoriosa y se volvió a poner seria. - No puedo decirte nada. Ya sabrás cuando sea nuestra causa o no. - Yo no parecí convencida. - ¿Quieres que se enfade contigo por planear algo para coincidir con ella? - Finalmente me rendí y lo último que le dije fue que no hicieran ninguna tontería, que dejaba todo en sus manos.

Stay CloserWhere stories live. Discover now