Realmente eres hermosa

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Narrador Omnisciente:

Mina se encontraba esperando el autobús con sus manos aferradas en las correas de su bolso, se sentía inquieta, tal vez un poco emocionada de saber que, muy pronto podría ver a la castaña, y es que Nayeon le había hecho brujería, ella estaba segura de que eso pasó, porque no podía encontrar otra explicación lógica para lo que aquella mujer era capaz de causar en su interior con tan solo una mirada y su inocente sonrisa, prácticamente la joven perdía todo tipo de razón y cordura cuando se trataba de la castaña, y para que hablar cuando la tenía cerca, sus piernas temblaban como gelatinas por cada vez que la muchacha se acercaba más de la cuenta, debía tratarse de eso, se dijo a sí misma, tenía que ser algo relacionado con la magia oscura, tenía que pensar que esa era la razón, porque jamás iba admitir con tanta facilidad que lo que Nayeon provocaba en su organismo era causado por el gran sentimiento que había comenzado a sentir.

La japonesa negó con su cabeza intentando quitar aquella idea, pero, ¿Y si era eso? ¿Y si comenzaba a gustarle Nayeon? No le veía nada de malo si era sincera, la joven era hermosa en todos los aspectos, y tenía esa maldita esencia que le picaba el bichito de la curiosidad, Mina anhelaba conocer más a la coreana, tenía unas inmensas ganas por saber que pasaba por su mente, ¿Qué se sentía ser como ella?-Aquella pregunta comenzó a presentarse en su mente desde que tuvo el primer contacto con la castaña-.

Mina parpadeó en el instante que observó el vehículo frente a ella, rápidamente sus mejillas se tiñeron de un adorable carmesí al percatarse que el conductor la observaba con confusión. ¿Cuánto tiempo había pasado? La joven sonrojada, caminó hacia el automóvil ingresando con rapidez en su interior, mantuvo su mirada agachada sintiéndose verdaderamente avergonzada ante aquellas risillas de burla que le proporcionaban.

Se sentó con rapidez en el único puesto vacío que encontró, apoyó su hombro contra el cristal observando con total aburrimiento como los arboles pasaban velozmente a su lado. De repente, la japonesa sintió un peso caer a su lado, asustada la muchacha dio un pequeño brinco girando su rostro para encontrarse de frente con la mirada burlona de la rubia.

—¿Te has vuelto estúpida o solo ha sido mi idea? —cuestionó Momo con un claro tono de diversión en sus palabras.

Mina suspiró volviendo a posar su mirada en el exterior.

—Entre las dos, tu eres la estúpida Momoring—avisó la pelinegra sintiendo una bofetada impactando en su brazo izquierdo—oy...—calló su intentó por sonar enojada, rápidamente sus ojos se mantuvieron fijos en aquella castaña que se hallaba a un par de metros de distancia, parecía estar completamente sumergida en sus pensamientos—demonios, realmente me gusta—confirmo lo que sus pensamientos habían osado en reafirmar.

La rubia frunció el ceño, un tanto estupefacta de oír la palabra "Gustar" saliendo de los labios de la japonesa, la joven se inclinó intentó ver lo que su amiga estaba observando pero para su sorpresa Mina había girado su rostro estirando sus dos manos contra su pecho. La espalda de Momo colisionó contra el pasillo del autobús ganándose rápidamente las carcajadas de los testigos.

—¿Qué mierda Sharon? —bramó Momo completamente molesta de notar lo que la joven frente a ella había osado en ejecutar—¿Por qué has hecho eso? —cuestionó molesta observando como su amiga giraba su rostro dejando de prestarle verdadera atención, confundida la rubia siguió la mirada de la pelinegra observando como la castaña hacia acto de presencia—Ah, claro, la sorda es más importante—murmuró sin estar verdaderamente molesta—si quieras estar con tu noviecita me lo hubiese dicho, no era necesario echarme como un perro—aclaró sacudiendo sus jeans para luego simplemente sentarse detrás de su puesto original.

Mina rio entre dientes, a la vez que aprovechaba  el hecho de que Momo se había sentado atrás de ella, para estirar su brazo atrapando con sus dedos la muñeca de Nayeon. La castaña dio un pequeño brinco completamente asustada de sentir una mano ajena, para su suerte se trataba de Mina, la joven de cabello oscuro que se había encargado de pasar el mayor tiempo con ella.

SilenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora