Confesión

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Narrador omnisciente:

Mina estaba aterrada ante aquella presunta charla que la señora Jessica le iba a dar, asustada, la japonesa salió de la habitación de invitados manteniendo sus hombros tensos mientras que sus pies resonaban por el frío suelo de madera, la pobre muchacha jadeó en el momento que se adentró en la habitación principal observando a Tiffany, Jessica, Dahyun y Jennie sentadas sobre el sofá observándola como si estuviesen esperando a que ella llegase.

La japonesa les sonrió con nerviosismo mientras que veía como la única persona que se emocionaba por verla era el pequeño diablo, ¿Irónico no? La pelinegra tragó saliva caminando en dirección de la menor de los Im, la extranjera tomó asiento junto a su lado sintiendo como Dahyun se recostaba sobre su torso como si fuese un maldito mueble.

—Mila, que decepción—comenzó hablar Tiffany mientras que chasqueaba su lengua para luego apretar sus labios—¿Qué estabas pensando? ¡Como se te ocurre intentar aprovecharte de mi bebé! —la pelinegra se tensó llevando sus dos manos hacia sus muslos a la vez que su espalda se mantenía completamente recta—¡Debería cortarte las manos por desgraciada!

Y Mina jadeo completamente asustada sintiendo como el pequeño diablo envolvía sus brazos sobre su cintura, como si hubiese estado completamente ajena ante las agresivas amenazas de la pelirroja de su madre.

—No se por qué se sorprende Tiffany, les dije que ella no tenía buenas intenciones con la coneja—habló Jennie logrando que Dahyun alzara su quijada un tanto molesta por las palabras de la coreana.

Jessica observaba en silencio como la japonesa se había colocado de pie, parecía molesta, camuflada por la frustración que debía estar fluyendo por sus venas.

—¡Jamás abusaría de ella! ¡Por Dios, esta bien, pueden joder mi existencia, pueden decirme rompe hogares, Mila, me da igual, pero no digan cosas que no son cierta! —explotó la pelinegra dejando a Tiffany con la boca abierta—he intentado tratar a Nayeon con normalidad, tu como sea que te llames, la miras como sino fuese capaz de hacer nada por su cuenta, como si tuviese que depender de ti, cuando todas ustedes deberían ser consciente de que ella puede hacer más que cualquier otra persona, porque así de putamente genial es—gruñó mirando a Jennie con rabia, mientras que la muchacha simplemente se había quedado en silencio sintiendo las palabras de la extranjera como una seca bofetada—sé que me odias, como también se que a Tiffany no le caigo bien, y lo siento, ¿Bien? Lamento no ser de su maldito agrado, pero no estoy aquí para simpatizarlas, porque quien me gusta es Nayeon, no ustedes—aclaró observando con su característica mirada oscura a la pelirroja estupefacta.

Jessica se levantó sin saber que decir, se suponía que simplemente le harían una pequeña broma a la pelinegra, pero aquella respuesta por parte de la víctima, no estaba en sus planes, dejando a las tres únicas conscientes de las verdaderas razones del por qué habían llamado a la pelinegra, completamente estupefactas en su sitio.

—Cantas bonito, además miras a Nayeon como mami Tiffany mira a mami Jessica—intentó Dahyun romper el incómodo silencio logrando que la pelirroja parpadeara confundida para luego simplemente acercarse a la -aun- molesta japonesa.

—Quería probarte, saber que tan dispuesta estabas por mi hija, ahora me doy cuenta que la rompe hogares tiene carácter, se que podrás cuidar de mi pequeña—confesó Tiffany rindiéndose por completo a aquella dura armadura que se había colocado para evitar ser simpática con la nueva integrante-no oficial- de la familia.

—Nayeon puede cuidarse sola, señora Im, debe comprender que su hija no es diferente a los demás, ella puede hacer las mismas o mas cosas que un estudiante promedio—replicó Mina sintiéndose verdaderamente frustrada por que nadie más que ella fuese capaz de ver las capacidades de la castaña.

SilenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora