Epílogo.

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[Quiero aclarar que, las palabras que estén en "Cursiva" significan que esta siendo narrado UN DÍA ANTES de la operación de Nayeon, de todas formas dejaré claro en cada fecha para que no se confundan]

Narrador Omnisciente:

(Un día antes de la catástrofe)

Jennie caminó por el largo pasillo de la casa de Nayeon deslizando sus manos por el interior de sus bolsillos al sentirse ligeramente cohibida, la joven detuvo su caminar al quedar frente a la puerta de madera, sus oscuros ojos se posaron en sus zapatos teniendo el inminente anhelo de querer huir de ahí, pero para su mala suerte, se vio a sí misma, estirando una de sus delicadas manos envolviendo la manilla de metal para girar de esta, la castaña no era capaz de ingresar en la habitación ajena, sus latidos se volvían malditamente dolorosos al recordar que mañana sería el gran día para su Nayeon-porque sí, ella era tan ingenua que creía que la coreana querría tener algo con ella luego de que mejorara-.

La coreana tomó grandes bocanadas de aire ingresando en la habitación, sus oscuros ojos se deslizaron por el lugar notando lo sola que esta estaba, la muchacha arrastró sus pies en el interior teniendo el instinto de tomar asiento sobre el colchón, la joven posó sus palmas sobre sus muslos escuchando como la ducha se mantenía encendida. Jennie giró su rostro comenzando a buscar algo que la distrajera por un par de minutos, rápidamente su ceño se frunció al ver un pequeño libro color rosa posado sobre la mesita de noche; ella era consciente, ella era tan malditamente consciente de que estaba mal, que, lo que estaba por hacer podría acabar con su amistad con Nayeon, y con aquella mínima posibilidad de ser feliz con la joven, pero no le importó, a su lado egoísta le dio igual y simplemente lo hizo.

Jennie tomó el libro entre sus palmas sintiendo como la tapa de este comenzaba a quemar su piel, la joven apretó sus labios sintiéndose nerviosa por el contenido que este estaba por revelar, velozmente la muchacha abrió el libro leyendo su contenido, sintiendo como su corazón dejaba de latir.

«Creo que me he enamorado»

La castaña perdió el aliento abriendo sus párpados con fuerza, sus labios se entreabrieron a la vez que los latidos de su corazón cada vez se volvían más fuerte... ¿A caso hablaba de ella? se cuestionó entre el silencioso tormento que la habitación de Nayeon le estaba proporcionando.

«La he visto en el salón de música, ella realmente es muy bella, ¿Algún día podré acercarme?»

Al leer el contenido de la siguiente página la joven perdió el color de su rostro, sus ojos velozmente se llenaron de lágrimas mientras que sus manos y mentón comenzaban a temblar. Jennie apretó la quijada agachando su rostro ante la sensación de malestar comenzando a propagarse por todo su cuerpo.

La castaña sacudió su cabeza en negación pasando las hojas con furia "Mina, Mina, Mina" era una mierda, la joven enfurecía por cada palabra referente a la japonesa, y no pudo evitar el sentir su piel ardiendo como el infierno ante el deseo de querer acabar con la joven. Jennie sollozó con fuerza al leer algo relacionado con ella, y fue verdaderamente doloroso volver a leer las mismas palabras que Nayeon le había dicho el día que la besó, las lágrimas descendieron por sus mejillas en el momento que leyó las grandes comparaciones entre su beso y el de la pelinegra, "Me siento triste" "se sintió mágico" era un punto de comparación tan grande que la joven no era capaz de continuar sin sentir que algo en ella moría como una flor de otoño, de forma tan lenta, tan dolorosa, que, a pesar de que todo el mundo estaba viendo como sus hojas caían, nadie hacia nada para evitarlo.

SilenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora