Dolorosa verdad

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Narrador Omnisciente:

Los días pasaron de una forma torturadora, a Nayeon le habían dado de alta un par de días después de la última visita que la japonesa le hizo, Mina era consciente de que algo había sucedido con su coreana, lo podía notar en su mirada, y como, cada vez que iban a visitar al doctor ella salía con peor cara. Ahora, la pelinegra se encontraba caminando en la oscuridad nocturna sintiendo su corazón latiendo con fuerza. Por alguna extraña razón Tiffany le había llamado, y no lo iba a negar, estaba sorprendida, casi podía sentir como su mandíbula se había desencajado al oír la rasposa voz femenina exigiéndole que debía ir a su hogar.

La japonesa pasó la saliva por su tráquea sintiendo la humedad envolviendo sus palmas, lentamente se detuvo observando el hogar de los Im, la joven no tenía un buen presentimiento, ella era más que consciente que las cosas buenas no venían en una llamada nocturna. La extranjera tensó los músculos al comenzar a caminar en dirección de la puerta principal, rápidamente introdujo una de sus manos en los bolsillos de su chaqueta manteniendo su mirada fija en la madera de la puerta. Mina elevó su puño estirandolo en dirección de la puerta, pero para su sorpresa una voz femenina le hizo pegar un brinco girando velozmente de sus talones para ver quien era la susodicha, la muchacha entreabrió sus labios al ver a la pelirroja sentada sobre un pequeño asiento que adornaba su césped sosteniendo en una de sus manos una botella de cerveza, la extranjera mordió su labio notando el peculiar brillo en la mirada enrojecida de la adulta, y Mina pudo entenderlo, en aquel momento fue capaz de comprender la falta de felicidad en el rostro demacrado de la coreana mayor.

—¿Nayeon está bien?—preguntó Mina porque aquella chiquilla de cabello castaño y rostro angelical era su mayor prioridad y el ver como Tiffany le veía simplemente le causaba sacar las peores conclusiones de su cruel mente—señora Im...

—Ella esta bien...—contestó Tiffany restándole importancia al asunto mientras que echaba su mareado cuerpo hacia atrás alzando su quijada para ver el oscuro cielo—ven Mina, ven a tomarte un trago con este pobre diablo—pidió dándole ligeras palmadas a la parte vacía de su puesto provocando que la mencionada simplemente frunciera el ceño observando con preocupación como las esquinas del rostro ajeno se empapaban a causa de las lágrimas—lo siento tanto Mina—y por segunda vez en la vida ella se estaba disculpando provocando que la extranjera rápidamente se sentara a su lado viéndola con completa confusión.

—¿Por qué se disculpa?—cuestionó la pelinegra sin poder comprender el extraño comportamiento de Tiffany, rápidamente entreabrió los labios al sentir como el borde frío de una botella se presionaba contra su dorso, un tanto incómoda y sin estar del todo segura aceptó el regalo de la mayor notando como esta sonreía a medias—¿Donde esta la señora Jessica?—preguntó siendo más que consciente que solo aquella mujer podría controlar el demonio que a veces solía ser la pelirroja.

Tiffany rió de forma desganada cerrando sus párpados mientras que continuaba con su rostro alzado hacia el cielo, la extranjera apretó su quijada dejando la botella sobre el césped siendo lo mas suave posible para no provocar a la emborrachada mujer. La japonesa volvió a su antigua posición girando en dirección de la pelirroja mientras que apoyaba una de sus piernas sobre la madera sintiendo como la suela de su zapato chocaba contra su otra pierna.

—Jamás la había visto beber—confesó Mina dando un pequeño brinco al ver como la mayor se reincorporaba lanzando la botella anteriormente ocupada hacia el césped, para luego simplemente inclinarse sacando otra de su pequeña caja—no debería seguir bebiendo—aconsejó relamiendo su labio inferior sintiendo verdadero terror por la forma en que la pelirroja le veía.

La mujer volvió a reír destapando la botella para luego llevarla hacia sus labios bebiendo de forma descontrolada, importándole bien poco el hecho de que su mentón se estaba humedeciendo a causada del liquido que brotaba de sus comisuras. La japonesa llevó sus dos manos a la cabeza despeinando su cabello oscuro, se sentía intimidada, pero aquel sentimiento rápidamente se desplazaba hacia la preocupación. Mina suspiró siendo más que consciente que era una estupidez lo que estaba por hacer, pero no le importó, no pensaba claramente en el instante que se inclinó tomando el borde de la botella manchando la camiseta de la pelirroja para luego lanzar aquel envase lo mas alejado del cuerpo coreano. Mina jadeo al sentir como su espalda se estampaba contra el suelo a la vez que su mejilla comenzaba a punzar y calentarse; por primera vez Tiffany había osado en golpearla y quizás, en otro momento se hubiese enfurecido con la mujer, pero al ver sus condiciones no tuvo mas remedio que suspirar y levantarse intentando calmar a la alcohólica mayor. La menor caminó hacia la pelirroja siendo mas rápida que ella para arrebatarle la caja que contenía las botellas de cristal, Tiffany gruñó e insulto de forma desmedida a la pobre muchacha que solo quería ayudarla logrando que su pequeña inseguridad comenzase nuevamente a relucir.

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