Tres días pasaron en un parpadeo.
Bajo las estrellas y las dos lunas, en un campo que parecía continuar por siempre, cinco
aventureros se sentaron en círculo. Un largo y delgado camino de humo flotaba en el aire
desde la hoguera. Lejos, detrás de ellos, el bosque donde los elfos vivían se elevaba en la
oscuridad.
—Ahora que lo pienso, ¿por qué todos ustedes se volvieron aventureros?
— ¡Por la buena comida, obviamente! ¿Qué hay de ti, orejas largas?
—Por supuesto que querías comida. Yo quería aprender sobre el mundo exterior.
—En cuanto a mí, quiero elevar mi estatus al erradicar la herejía, para poder convertirme en
un naga (Semidioses del Hinduismo).
— ¿Qué?
—Busco elevar mi estatus al erradicar la herejía, para poder convertirme en un naga.
—Uh Seguro. Puedo entender eso, creo. También soy religiosa.
—Yo, quería matar
—Sí, de alguna manera creo que ya lo sabía, gracias.
— ¡No interrumpas al hombre, orejas largas! Interrumpió el enano mientras tejía dos hojas de
césped seco juntas.
El fuego no ardía muy alto. Los elfos odiaban el fuego y ponían barreras para mantenerlo a
raya. Incluso tan lejos del bosque como estaban, los efectos aún eran notables.
La sacerdotisa y el hombre lagarto habían preparado esto, la última cena que comerían antes
de llegar al nido.
—Mmm, ¡eso es delicioso! ¿Qué es esto? La carne bien jaspeada había sido condimentada
con especias tan pronto como empezó a rostizarse. El enano, encantado por el fragante y
crujiente resultado, tomó dos o tres pinchos.
—Estoy complacido de que lo encuentres satisfactorio. El hombre lagarto respondió a las
alabanzas del enano con una sonrisa de agradecimiento, que para él significaba revelar sus
largos dientes. —Es la carne seca de una criatura del pantano. Las especias incluyen
ingredientes no encontrados en este lugar, es por eso que tu paladar podría encontrarlos
extraordinarios.
—Es por esto que a nadie le gustan los enanos. Son glotones y carnívoros para empezar, se
burló la elfa.
— ¡Bah! ¿Cómo podría un aspirante a conejo como tu apreciar las virtudes de una carne como
esta? ¡Dame otra!
—Tch
El enano lamió la grasa de sus dedos y tomó otro gran bocado de carne como para subrayar
su punto. La elfa gimió de verlo consumir tan vigorosamente algo que ella no podía siquiera
contemplar comer.
—Um, ¿tal vez te gustaría algo de sopa? No es mucho, con solo una hoguera para cocinar,
pero
— ¡Si, por favor!
La sacerdotisa hizo una sopa de frijoles secos con sus entrenadas habilidades. La elfa no