La responsabilidad de proporcionar un escolta para la prisionera elfa prisionera cayó en el
sacerdote lagarto.
Sacó de su bolsa varios colmillos pequeños y los esparció por el suelo.
—Oh cuernos y garras de nuestro padre, Iguanodón5, él entonó —Que tus extremidades, sean
piernas para caminar sobre la tierra.
Cuando él recitó esto, los colmillos en el suelo comenzaron a aumentar de tamaño.
Un momento después, se había formado un esqueleto de lagarto, que inclinó su cabeza al
sacerdote lagarto y se arrodilló.
—Este es el Guerrero Colmillos de Dragón, un milagro que he recibido de mis ancestros,
explicó.
— ¿Puede luchar? Preguntó Goblin Slayer.
—Es bastante capaz, podría tratar con uno o dos goblins si se presenta la necesidad.
El sacerdote lagarto escribió una carta explicando la situación y se la dio al guerrero
Colmillos de Dragón, después que la criatura levantara a la elfa sobre su hombro.
Entre esto y sanación menor, el grupo ya había utilizado dos de sus milagros. Aunque nadie
se opuso.
— ¿Qué demonios...está pasando aquí? La elfa gimió, agazapada en la suciedad.
La sacerdotisa le dio unas palmaditas a la espalda.
Extrañamente, aunque todavía estaban en la habitación llena de inmundicia, no notaron el olor.
Supongo que debemos conseguirlo utilizándolo a él.
La sacerdotisa le dio una sonrisa triste.
Los brazos y las piernas le temblaban sólo un poco.
El enano tirando de su áspera barba. Se sentía mal, se había ido a parar en la puerta de la
habitación. El Guerrero Colmillos de Dragón, se marchó con su carga puesta encima de él.
Goblin Slayer rebuscó por el desorden, empujando la suciedad, echándola a un lado, hasta
que por fin sacó algo de la basura.
Era una mochila de lona, claramente pertenecía a un aventurero. Los goblins en el interior la
desecharon. Tal vez se habían aburrido. Estaba terriblemente sucia. Goblin Slayer,
comenzó a hurgar en la mochila.
—Ah, sabía que tenía que estar aquí. Sacó un trozo de papel amarillo del bolso.
— ¿Qué es eso? Preguntó la sacerdotisa suavemente, mientras le daba palmaditas a la elfa
en la espalda.
—Debe haber pertenecido a esa prisionera, dijo Goblin Slayer, mirando tranquilamente el papel,
no, eran hojas secas.
Con su dedo él trazó las líneas que habían sido dibujadas en él, luego asintió con la cabeza
como si hubiera encontrado lo que buscaba.
—Es un mapa de estas ruinas.
—Esa prisionera debe haberlo estado usando para investigar...
Había una gran posibilidad de que, desgraciadamente, ella no hubiera sabido que las ruinas
se habían convertido en un nido de goblins. Venir hasta unas ruinas abandonadas fue su