Capítulo 10

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Capítulo diez| Baraja de cartas

–¡No puedes estar fumando! ¡Dios,tienes cáncer!– Gritaba furiosa la rubia,acababa de llegar de la escuela para encontrarse a Giselle fumando un cigarrillo,como si no fuera nada.Como si no tuviera cáncer.Como si no se estuviera matando lentamente.

Giselle ni siquiera la miraba,aún recordando el día en el que su hija llegó drogada a la casa,en la madrugada.

Exasperada y con rabia,la chica salió de la casa con un sabor amargo en la boca.

Llevaban así semanas,Giselle,sin cuidarse;Elizabeth,haciendo corajes y guardándole cada vez más rencor a la mujer que le dió la vida.

Ambas cegadas por su estulticia.

–Hola,rubia–.Hablaron a sus espaldas.

La joven sólo suspiro,envuelta en un humor pesimista.La situación la sobrepasaba.

–Hola,Larry–.Respondió secamente la joven de ojos azulados.

Larry levantó una ceja en signo de curiosidad,la rubia nunca se había dirigido a él de esa manera,furiosa...

Quizá se debía al hecho de que,la mayoría de veces,cuando se hablaban estaban bajo el control de varias sustancias.

–Lo lamento,últimamente he estado muy... Tensa,¿sabes? Estresada,sin dudas;¿molesta? ¡Claro! Por favor,estoy algo cansada– Se disculpó la joven al notar cómo le había hablado en un principio.

–Me doy cuenta,oye,¿qué te parece si vienes conmigo a una fiesta? Podrías relajarte y... Ya sabes,calmar tu estrés–.

Elizabeth lo miró con duda,ultimamente se la pasaba cuidando de su madre y tratando de que no se sintiera exasperada por su condición.

Pero,¿Giselle había hecho algo bueno por ella,acaso? ¡No!,claro que no.Ella sólo se limitaba a regañarla por cualquier cosa y recordarle lo miserable que era su existencia.

¿Valía la pena? ¿Ella se lo agradecería en algún momento?
No lo sabía,pero tampoco era como que Giselle fuera una persona de dar gracias y cuidar de su hija.

¿De verdad quería saber?
Si la quería o no.
¿Valía la pena?
Probablemente no,se decía.

Estaba cansada,cansada de arrastrarse por alguien que sencillamente no la quería,o no demostró hacerlo.

–¿Sabes qué? Sí,iré–.

¿De verdad valía la pena?
No lo sabía.Simplemente,no lo sabía.

Hace unos meses,ella seguiría pensando que había un lado positivo.

Pero no ahora.

Era triste,ver que esa chica alegre se marchaba.

Era triste saber que para volver a ser así tenía que atragantarse de pastillas mágicas y miles de coloridos tragos.

[...]

–Mi madre tiene cáncer– habló cuando por fin estaba ebria.Larry la miró sorprendido y le ofreció un cigarro como consuelo.

Dulce ironía.

La rubia,que apenas se sostenía sobre sí misma,miró el cigarrillo que le ofrecía su amigo de cabellos,ahora,naranja brillante.

No quería hacerlo,no quería fumar.
Curiosamente,ahora no.No quería ser ella,no quería terminar así.

¿Por qué no? Se preguntó una parte de sí.

¿Por qué si?

Tardó unos segundos en aceptar,pero terminó con el objeto entre sus labios,dando la primera calada.

¿Por qué no?,volvía a cuestionarse la rubia.

Era su vida,después de todo.
Era su muerte,a la larga.

Cada cigarrillo era un suspiro menos,otra sonrisa muerta.

Cada trago,una juventud marchita.

Como un juego de azar,¿eh?

Era curioso,pero sonaba lógico.Al menos,lo más lógico que podía parecerle a una persona ebria y drogada.

A su parecer,si ella lo quería,lo tendría.No importaba si moría después,por que ella no se preocupaba por un después, sino por un ahora.

Era como cuando veía a su padre jugar cartas con sus amigos los domingos.

En la vida,todo se apuesta.
Si ganas,que genial.Si pierdes,mala suerte.

Una apuesta peligrosa y nada racional.

–Entonces,¿qué piensas hacer?– preguntaba el joven de pelo llamativo.

Alice lo miraba algo borroso y con una sonrisa enorme en cara,no más grande que la de ella,cabe destacar.

–Pues nada,¿qué se le va a hacer?– dijo antes de dar otra calada a su cigarrillo–.La vida es como un juego,un juego de azar– finalizó tras exhalar el humo.Un humo que a su vista era como el arcoíris.

"La vida es un juego de azar,hija" Había dicho su padre.

"Debes de tener cuidado al jugarla,un movimiento equivocado te puede costar caro" Su padre era un genio en el azar.

–La diferencia es que en un juego pierdes,pagas y vuelves a jugar.En la vida no hay retorno,pagas y mueres–. Dijo pensativa,recordando aquella plática que había mantenido con aquel hombre cuando aún vivía.

Cuando miró en dirección a su amigo teñido,no se encontró con nada.

Estaba sola,sola llorando en su habitación una vez más.

Solía ponerse así tras una fiesta y una gran resaca.

La vida es un juego de azar.

Como con las cartas,o el ajedréz.
Todos eran piezas y peones que caerían ante una mala jugada.

Una apuesta peligrosa,pero emocionante.

Esa mañana,ambas mujeres,Giselle y Alice,traían un cigarrillo en manos y la mirada en el vacío.

Por que si la vida era un juego,como las viejas cartas de papá,ellas ya habían perdido hace tiempo.


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