Capítulo once| A través del espejo
El daño ya estaba hecho,¿no es así?
Giselle era una mujer de armas tomar.Era difícil.
Justo ahora,Elizabeth trataba de encontrar los cigarrillos,que sabía,estaban ocultos en el cuarto de su madre.
Unas semanas habían pasado ya y las cosas no cambiaban mucho;Giselle seguía fumando a escondidas y Lizie comenzaba a abstenerse de hacer entrar en razón a su progenitora.
Elizabeth había estado descuidando la escuela por conseguir algún trabajo y sostener su pequeño hogar,además de conseguir algo de comida.
Por otro lado,Giselle se negaba a ir al doctor,se negaba a aceptar el cuidado de su hija.El orgullo le ganaba.
Si bien era cierto que la suerte parecía darles la espalda a ambas,también estaba el hecho de que Lizie había dejado de ir a fiestas y casi no hablaba con Larry.
Claro que,eso la comenzaba a frustrar,ya tenía unas marcadas ojeras en el rostro y no dejaba de tomar cafeína,tratando de remplazar así al alcohól y la nicotina.
Bingo.
Los tenía,Giselle había ocultado los cigarrillos en un pequeño alajero viejo,aquel que su padre le había regalado el día de su boda.
–¿Cómo no busqué aquí antes?– se dijo así misma tras tomar los cigarros.Tenía curiosidad de ver qué más había,¿fotos? ¿Cartas,quizá? Pero le era doloroso pensar en su padre,por lo que decidió irse del cuarto de su madre,quien en ese entonces estaba dormida en la sala.Últimamente se cansaba seguido,el cáncer la estaba consumiendo.
Jaló la palanca del baño,mientras veía como los cigarros desaparecían en la taza.
Revisó que su madre aún durmiera y,una vez comprobado,regresó por aquel alajero.La curiosidad había vencido al dolor.
Ahora estaba sentada en su cama,mirando viejas fotografías de la que solía ser su familia perfecta.Ella,solía ser una niña perfecta,¿qué le pasó?
Encontró también algunas cartas que su padre había escrito para su madre,cartas que aún mantenían una leve fragancia.
Y descubrió un sobre.
Una carta más,seguramente.
Así que sonriendo con nostalgia y un aire alegre,como un suspiro del fantasma de su niñez,Lizie leyó aquel sobre.Lo siento.
Era lo único escrito ahí.Nada más.
Sabía que era de su padre,era su letra algo chueca y brusca sobre el papel.
Lo siento.
Sin saber por qué,sintió una punzada de dolor,no debió de leer eso.No debió de husmear en las cosas de su madre.
Ahora pagaba la otra cara de la moneda.La nostalgia,era dolorosa.
No sabía por qué su padre se disculpaba con su madre,o por qué su madre nunca le mostró las cartas.De hecho,no sabía ni siquiera quién era la niña que observaba en las fotos.
Sabía que era ella,pero,¿en verdad era así?
¿Cómo podía sonreír tanto en aquella foto?Elizabeth no se reconocía.
Un ataque de pánico la golpeó,se sintió vacía y su boca se secó.Era una sensación amarga.
Angustiada y paranónica,corrió a su tocador con la foto aún en manos,se miró al espejo y consecutivamente miró a la niña de la foto.
No se reconoció.
No era ella,esa niña era feliz.
No era ella,Lizie moría por cada trago que Alice había dado.
Se ahogaba dentro de sus lágrimas,el alcohól y el vómito que expulsó por cada borrachera.
Y el espejo sólo reflejaba un cascarón vacío de lo que aquella niña fue.
El espejo no mentía.
Su madre tenía cáncer y su padre estaba muerto,pero ella estaba en medio.
Estaba viva,pero se sentía muerta.Su apariencia demacrada sólo hacía de adorno acompañando la mirada de dolor que cargaban sus bellos ojos azulados.
Una mirada triste.
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Wonderland ©
JugendliteraturSu realidad estaba lejos de nuestra comprensión. Vivía un mundo de fantasías,colores y mágia. Pasaron de sueños a pesadillas. Atrapada entre la realidad y la fantasía,Elizabeth cae en las adicciones. Descubrió el modo de llegar a su País de las Mara...