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Llegamos al Like y al bajar del auto me despedí de Ernesto, también le mande saludos a la señora Rosario.
Claudio me ayudó con mi bolso y algunos libros que debía cargar, y cuando entramos nos encontramos a Soledad.
—Hola Emilia, ¿cómo pasaste la noche? Eh, ¿ella está bien?
—Tranquila Sole, Claudio sabe de Martina, y si se portó muy bien, el pie de mi mamá esta sanando poco a poco.
—Y tu Claudio, ¿fuiste a ver a tu mamá?
—Pues, ponele que fue una mentirita piadosa para ayudar a Emilia con su nena anoche —la hermana mayor de Machu nos dirigió una mirada de extrañeza, pero sin embargo no nos dijo nada.
—Bueno, eso es nuevo, yo los dejo, y recuerden que el nuevo estudiante llega dentro de poco... tienen la mañana libre, vayan a sus cuartos y se instalan antes de darle la bienvenida, ¿va? —yo dije que si con la cabeza y seguidamente el argentino y yo caminamos en silencio a las habitaciones, primero a la mía, como de costumbre.
—Ay, no, estos tacones me van a matar... —rezongué cuando vi el par de botines de tacón que debía ponerme con el uniforme, comenzar a cargar con un bebé en tu vientre y en plataformas es agotador—. Esto, es tu culpa —dramaticé, señalando a Claudio—. Me voy a poner gorda, hinchada, toda fea, me van a dar achaques y-y-
—Y sos perfecta de todas formas, deja de decir esas pavadas, ven acá, ¿querés un masaje? —él se sentó en mi cama palmando un lugar a su lado, a lo que yo lo imité y me puse de espaldas para que masajeara mi columna lumbar—. Además, culpa mía, toda no es, eh.
—Calladito te ves más bonito Meyer —repliqué—. Y... ¿cómo van las cosas con Antonia?
Lo sé, me gusta sufrir.
—No puedo decir que mal, pero tampoco bien.
Okey, eso es suficiente para mí.
—A veces pienso me trata más como a un amigo que como a un novio —dije suficiente Meyer.
—Pero eso es normal, ¿no? Han sido amigos toda la vida, a lo mejor para ella es... difícil darse cuenta de que ahora son algo más —yo cerré los ojos disfrutando de su tacto.
— ¿Por qué siempre buscas un lado bueno a todo? Creía que Antonia y vos no-
—Que no nos llevemos bien no quiere decir que la vea como a un orco, ella también tiene su corazoncito que ama y sufre —las manos arriba, Claudio, las manos arriba.
—Emilia la filósofa le dicen —yo me reí junto a él, ya comenzaba a sentir los efectos relajantes, por lo que un bostezo se me escapó—. Aún falta para que recibamos al nuevo chico, ¿La niña tiene sueñito?
—Basta —le di un codazo, aparte sus brazos que se habían detenido en mi cintura y me recosté en su pecho y puso sus manos en mi vientre—. ¿Te quedas hasta que me duerma? —hice un poco la cabeza hacia atrás para poder mirarlo, él asintió. Yo me removí hasta encontrar una posición en donde me sintiera más cómoda y cuando la encontré cerré mis ojos, Claudio comenzó a hacerme piojitos en el cabello por lo que alcance un estado de relajación y sosiego tan... ¡DELICIOSO!—. Me despiertas, eh.
[...]
El argentino siguió dando ligeros masajes a la cabellera de la chica hasta que su respiración comenzó a apaciguarse, luego dejó un beso sobre su cabello y cuando se disponía a dejarla dormir sobre la cama alguien entró a la habitación.
—No sabía que ahora le cuidabas el sueño a los demás —murmuró Jessica burlona, quien venía en compañía de Antonia.
—Pará boluda, se ha sentido muy mal últimamente y quiero ayudarla, no tiene nada de malo —se defendió. Dejándola con cuidado sobre la almohada y acomodando la sábana para que hiciera bulto y no notara su ausencia.
—Sí, pero, últimamente estás más con ella que con tu novia —replicó la joven de Haro.
—Es, diferente, ¿entendés? A Emilia le pasa algo y es mi deber cuidarla.
— ¿Y qué es lo que le sucede? —la experta en chismorreo, e influencer, Jess, dijo presente.
—Es privado, Jessica —respondió Claudio. A lo que Antonia rodó los ojos—. Vos no te pongas así, yo ya no te digo nada cuando matás a Keiko con la mirada por razones que ya están fuera de mi entendimiento.
Sin haberlo querido alzó la voz, logrando que Emilia se removiera en la cama, ella lo llamó entre sueños.
Jessica ahogó una risa por respeto al sueño ajeno, y un poco a Antonia.
—A ver, Claudio, yo no-
—Pará un poco, ¿sí? Ya no importa, nos vemos al rato —y salió de la habitación.
No se entendía a sí mismo, ¿le molestaba que Antonia siguiera pensando en Ulises estando con él? Si. ¿Hacía algo para que eso cambiara? No. ¿Qué si le había reclamado? Algunas veces, las cosas seguían igual. Siempre que avanzaba dos pasos con ella retrocedían tres, y no era justo, para él, para Antonia, hasta para el mismo Ulises que sin quererlo estaba metido en todo eso a pesar de estar intentando algo con la japonesa.
Y ahí estaba él, era un círculo vicioso.
Le molestaba que Antonia no se sincerara con él pero no hacía nada al respecto, le molestaba ver a Emilia con otros chicos pero tampoco hacía nada al respecto.
Siempre que se sentía en un punto de quiebre pasaba algo que lo hacía dudar, variadas ocasiones tuvo para terminar con Tony, pero algo pasaba que lo hacía pensar que tal vez podrían funcionar, y aquello lo mantenía atado a ella. Luego estaba Emilia, quien al parecer seguía sintiendo lo mismo por él, pero no se atrevía a confesárselo.
Ahora se preguntaba, ¿qué tenía que pasar para que Claudio por fin hiciera algo?
Seguramente algo muy serio. En la escala de Claudio Meyer, pensaba el argentino.
Pero eso, eso estaba a punto de averiguarlo.
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Decir Adiós | Claumilia
Historia CortaMe resigné a verte feliz, a observarte de lejos, a sonreír cuando tú lo hacías. Porque aunque no fuese a tu lado, tu felicidad me contagiaba. Te dije adiós, poder decirte adiós, es crecer. · Pero al parecer el destino tenía otros planes para ti y pa...