Me levanto muy temprano y me doy una ducha. Hoy es un excelente día, el sol está a todo lo que da, perfecto para un día en la playa. Gabriel y yo iremos a una playa que está muy cerca de aquí, para despejarnos un rato de todo lo que ha pasado en nuestras vidas las ultimas semanas. Me pongo un vestido y debajo mi traje de baño.
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Gabriel me manda un mensaje para decirme que está abajo. Tomó mi bolso y salgo de mi departamento, cierro muy bien con llave y bajo apresuradamente. Estoy contenta de tener a Gabriel este día sólo para mi y poder pasar todo el día juntos sin preocupaciones. Ya quiero ver a Gabriel en traje de baño, voy a disfrutar mucho esa vista.
Al llegar a la acera me cruzo con los perfectos ojos azules de Gabriel. Le dirijo mi más bonita sonrisa y corro hacia el para darle un beso.
- ¡Hola!
Gabriel: Hola, señorita. Hoy nos espera un gran día, en marcha.
Subimos a su auto. En el camino veo a los transeúntes neoyorquinos.
*¿A dónde irán todas esas personas? ¿comó serán sus vidas?*
La voz de Gabriel me saca de mis pensamientos.
Gabriel: ¿En qué estás pensando?
- En nada, sólo miro a las personas. ¿Ya casi llegamos?
Gabriel: Si, ya estamos a 10 minutos.
Llegamos a una bonita playa en Queens, lo primero que veo son las grandes rocas y al acercarnos veo a los surfistas que están a punto de entrar al agua. Me quito el vestido y los tacones.
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Gabriel: Me estás haciendo tener pensamientos muy indecentes a tan tempranas horas.
Su mirada se vuelve sombría. En estos momentos podría lanzarme sobre él y no me importaría nada, ni nadie. Me conformo con observar cada movimiento que hace mientras se quita los jeans y la camiseta, se queda solo en su traje de baño, dejando a la vista su cuerpo perfectamente esculpido. Lo miro mordiendo el labio inferior, no lo puedo evitar, la vista es magnífica.
Se acerca a mi y me susurra:
Gabriel: Me consuela saber que tendré toda la noche para disfrutar de ti, querida.
