8. La escapada

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¡Pasamos de las 400 visitas! En este capítulo se aprecia un poco el carácter valiente de Victoria, a pesar de lo tranquila que es. En realidad, se podría pensar que ella también está mal de la cabeza 😂😂😂 Por cierto, ¡por fin he descubierto cómo se ponen los emojis en esta página! Más de un año por aquí y siempre preguntándome cómo se haría...🤦‍♀️

Vagando por los pasillos oscuros de aquella enorme mansión, la joven se dio cuenta de que quizá nunca llegase a formar una familia ideal, o a recibir amor como el que ella anhelaba, según las condiciones que acababa de aceptar  con el duque. Victoria Shepard pasaría sus días cuidando de un adulto en sus días de pesar, ignorando al que por derecho era su marido, y cuando el duque falleciera...no estaría claro su destino. Viviría una vida confinada prácticamente en aquellos terrenos, tratando de complacer a los demás mientras pasaba por alto su propia felicidad.

Pensó que muchas damas de alta cuna dedicaban su tiempo libre a ayudar al prójimo en hospitales, misiones o casas de caridad, así que ella desempeñaría su propia labor: ayudar al duque a recuperar su fuerza y vitalidad de antaño.

"Siempre te quedarán los libros, Victoria. Quizá podrías convertirte en escritora; tiempo tendrás de sobra para desempeñar tus aficiones y plasmar tus fantasías", pensó con cierto humor negro.

Ya estaba en la puerta de su habitación, cuando dudó al abrirla. No había ningún criado por los pasillos, todos estaban en el comedor o en las cocinas arreglando el desastre de lord Sackville. Y una descabellada idea le cruzó por la cabeza.

–No harás más daño a Su gracia, lord Sackville. Yo me encargaré de ello.

Debía respeto a lord Sackville como esposo y como noble, sí, pero no iba a consentir que se saliese con la suya. No podría amenazarla siempre que quisiese, no tenía derecho a actuar como el dueño de la casa, y desde luego tendría que cooperar en el cuidado del duque, ya que era el principal motivo por el que se sentía tan débil y desdichado.

Corrió como alma llevada por el diablo por toda la casa hasta los establos.El mozo de cuadra preparaba las sillas y enganchaba los caballos todavía, así que se escabulló entre los postes de madera y los bloques de heno. Su vestido se estaba llenando de paja y olor a cuadra, pero nada le impediría sabotear los planes de lord Sackville.

"Esperaré aquí hasta que aparezca, y luego trataré de hablar con él",pensó sentándose dentro del carruaje envalentonada y satisfecha con su plan. Así él no podría escapar cuando la viese, y podrían tener una conversación civilizada. O al menos, eso esperaba, ya que no le hacía gracia repetir la escena de la sala de música si él seguía de mal humor; aún recordaba su fuerte agarre en la piel.

La espera se hizo eterna y pesada. Los minutos parecían no correr, y en cambio el cansancio llegaba pronto a nublar la razón de Victoria.Mientras aguardaba la llegada del heredero, se preguntaba por qué mantenía esa apariencia tan intimidatoria. ¿Qué le había pasado en el rostro para cubrirlo de esa manera? ¿Por qué se consideraba un "deforme"? Aparte de la merecida regañina, tenía muchas preguntas que hacerle a lord Sackville.

~*~

Su padre era un estúpido romántico que alimentaba esperanzas inútiles.Además, se dejaba engatusar por cualquier muchacha con una sonrisa bonita, como ya le había pasado en ocasiones anteriores, pensando que con ese gesto se arreglarían todas las desgracias de los Sackville. ¡No, nunca sería así!

Esa ocasión no era distinta. El duque había vuelto a "comprar" una esposa (que ya había durado una semana) para él; en esta ocasión,una rica heredera en lugar de una noble. Daba lo mismo su fortuna o su título, todas estaban cortadas por el mismo patrón: salían huyendo al ver su máscara, pensando que debajo se ocultaba una horrible enfermedad, y no los restos de una desgracia, y ninguna comprendía el porqué de su dolor.

Tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora