22. El abogado

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¡Buenas! Perdón por la espera, pero ya podéis disfrutar de un nuevo capítulo. Ojalá os guste tanto como a mí escribirlo. Gracias por vuestro apoyo y nos vemos en el siguiente :)

Henry Sackville había llevado a su indeseado invitado al despacho para no llamar la atención del resto de la casa. El abogado Miller era un hombre alto y activo con anteojos dorados y una calva incipiente, que le estrechó la mano fuertemente sin importarle su título o fortuna. Él había llegado a Knole House para desempeñar un trabajo, y no se marcharía hasta haber cumplido el objetivo.

–¿Un poco de brandy, señor Miller?–ofreció el duque cortés, aunque no tenía ganas de serlo con ese hombre.

–Se lo agradezco, pero no bebo en horas de trabajo.–el hombre declinó la invitación con un control férreo. Henry Sackville temía un poco a ese abogado, pues por su actitud podía adivinar que era de los que sólo le hacían caso al dinero de sus clientes.

–Bien, pues no lo entretengo más: ¿cuál es el motivo de su visita, señor Miller?

–Acudo a usted en representación de la familia Shepard, los padres de la señorita Victoria, la cual hospeda en Knole House, ¿correcto?–expuso formalmente, sacando de su maletín varios documentos.

–Así es.

–Los señores Shepard me han comunicado que pueden existir ciertas irregularidades en el contrato de matrimonio de su hija, por lo que vengo a inspeccionarlo.

–Antes de nada, quisiera aclarar que acudí a casa de los Shepard a hacer una oferta de matrimonio a largo plazo, y que ellos decidieron firmarla en el momento. En ningún momento los coaccioné o los urgí a cumplirla, y desde luego, tuvieron tiempo suficiente para leer las condiciones.–el duque de Dorset sabía cómo se manejaban los abogados, y aunque su carácter fuese más bien benevolente, esa vez sacaría todas sus armas con el fin de retener a Victoria junto a ellos. En los últimos días, William había hecho progresos muy grandes gracias a ella, y si estaba en sus manos, impediría que ninguna Bradbury oportunista se hiciese con el premio gordo.

–Tal y como me han informado los Shepard,–respondió el otro, sacando una declaración firmada del padre de Victoria–usted les hizo una oferta para casar a su hija con el duque de Dorset, asegurándole un título a la señorita Shepard. Ellos se sienten engañados, diciendo que usted no les contó que el esposo sería su hijo.

–Les prometí el título, sí, una vez que yo falleciera, no inmediatamente. Sé que las palabras de negocios entre caballeros también tienen mucha importancia, pero si ellos no escucharon todo lo que yo les tenía que decir, al final va a ser mi palabra contra la de los señores Shepard. Y estoy seguro que sabe, señor Miller, que la palabra de un duque tiene más peso ante un juez que la de un rico presuntuoso.

El señor Miller sabía que Henry Sackville tenía un punto, pero no por eso se amilanó. De hecho, venía preparado para un contraataque, y por eso mantuvo la compostura.

–Por el momento vamos a estudiar el contrato para ver si está debidamente redactado.

–Espero que no encuentre ninguna falta, pues sería toda una deshonra para mi estimado amigo y su compañero de profesión, el señor Birkbeck.–el duque le tendió los documentos al ahora sí impresionado señor Miller. Escuchar el nombre de uno de los eruditos jurídicos más importantes del país hacía que a uno le sudasen las manos.

El abogado se ajustó sus anteojos y el duque esperó paciente a que revisase los documentos en silencio. Henry estaba tranquilo, pues sabía que sería difícil pillarlo por ahí.

–El documento parece en regla, aunque las condiciones son un tanto atípicas: sin ceremonia, sin amonestaciones, conviviendo la señorita Shepard desde el comienzo del contrato en su casa...

Tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora