2. La fiesta

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Subo capítulo porque tengo un rato libre y porque es más sencillo seguir una historia con un poco de avance :) En este, nuestra protagonista, Victoria (o Tori para sus amigos) conoce a un hombre en el típico baile de la temporada londinense. ¿Quién será?

Gracias por vuestros votos y comentarios. Espero que os guste, ¡disfrutad de la lectura!

Victoria Shepard no pudo pensar en otra cosa durante toda la tarde. Bailó sin compañía por todos los salones, escuchando la música en su cabeza; practicó reverencias, saludos y ligeros coqueteos frente al espejo, y una hora antes de marchar ya estaba vestida y dispuesta en su habitación, esperando ansiosa a que sus padres la avisasen para bajar.

No sólo era el primer evento de la temporada al que acudía, sino que era uno de los más importantes, pues la condesa de Wessex (una gran amiga de la familia) era una de las damas más populares de Londres. Además, como le confirmaron sus padres poco después de enterarse del evento, su querida amiga Anne Lambert, otra rica heredera como ella, pero mucho más desenvuelta en cuestiones sociales, estaría también presente. Eso le daba a Victoria un punto de apoyo importante para relacionarse con todos los personajes que sus padres esperaban.

Esa noche era imposible realizar la entrada de cuento soñada. Los cocheros se volvían locos a la hora de aparcar los carruajes, y la mitad de la calle estaba tomada por una multitud deseosa de entrar a la casa. Era tanta la gente que apenas se podía avanzar más que a empujones.

–¡Por fin has llegado! Me moría de impaciencia esperando aquí, mientras todo el mundo pasaba.–apenas se bajaba del carruaje cuando Anne la acorraló, saludando brevemente a sus padres para después tirar de su brazo hacia el interior de la fastuosa celebración–¡Vamos, no hay tiempo que perder! He visto a caballeros más que interesantes hablando con nuestra querida condesa, ¡quizá te los pueda presentar!

La señorita Lambert tuvo la suerte de relacionarse bien en su primera temporada, por lo que estaba prometida al vizconde de Portman, Edward Berkeley. No fue difícil para ninguno de los dos encontrarse, pues él, atractivo y encantador, buscaba a alguien que sacase de la ruina a su familia, y ella, adorable y sensual, un título que incorporar a su basta fortuna. Exactamente igual a lo que pretendían los señores Shepard.

–Sé que sólo me quiere por mi dinero, ¡pero es tan guapo y amable! Sus maneras son perfectas, y me da la independencia que necesito.–le explicaba emocionada a Victoria cuando le preguntaba qué tal iban los preparativos de la boda, cuya fecha estaba fijada para tres meses más tarde.

Por ejemplo, aquella noche habían acudido por separado a la fiesta, pero Victoria no dudaba que en algún momento se juntasen para cumplir con sus compromisos. Le daba cierta tristeza ver que su amiga no aspiraba a más felicidad que estar casada con un hombre guapo y rico, pero se conformaba al ver que al menos éste la trataba bien, y no era escandaloso en sus caprichos.

–Vamos,nos acercaremos al grupo de la condesa despistadamente, a ver si nos presenta a alguien...

Anne siempre tiraba de la tímida muchacha en los bailes. Era su perfecta carabina, y así también la joven prometida podía recordar lo que era el galanteo y la emoción de buscar marido. Al ser mucho más expresiva que la callada Victoria, su ayuda era inestimable a la hora de hacer amigos. Y Victoria sabía que sus padres estaban observando, por lo que debía cumplir perfectamente con su papel para no tragarse otro sermón.

–¡Oh,mis jovencitas!–las saludó la noble mujer, justo como pretendían,al acercarse. Mary Strafford, condesa de Wessex, de unos cincuenta años, era igual de simpática con los nobles como con el resto. Le encantaban las fiestas (celebraba por lo menos tres al año), y sobre todo, engalanarse con plumas y joyas extravagantes. Victoria tuvo que contener una sonrisa exagerada al apreciar que esa noche, se parecía más que nunca a un pavo real–.Qué alegría ver caras lozanas como las suyas, ya estoy cansada de saludar a vejestorios como yo, ¿verdad, caballeros?–rió la mujer, y con ella hubo una par de risas forzadas del grupo de lores que la acompañaban.

Tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora