11. La historia

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Me toca actualizar hoy porque hasta el martes o miércoles de la semana que viene estaré sin internet. Espero que disfrutéis del capítulo; ¡gracias por leer!

William caminaba sin sentido por los pasillos, llevándose las manos a las sienes. Por el ridículo cambio en la luminosidad de la casa, no paraba de ver su rostro atormentado en cada esquina de Knole House. Él necesitaba encerrarse ahora mismo en su refugio oscuro, allí donde sus pesadillas cobraban vida, llenando su mente de imágenes macabras del accidente, pero todo era excesivamente alegre y brillante.

Entró en sus aposentos después de dar un golpe a la puerta. De alguna manera, alcanzó a echarse sobre la cama y comenzar a sollozar. Ver a la señorita Shepard tirada y quieta en medio del bosque no le había hecho ningún bien: se parecía demasiado a la imagen de su madre,tendida inconsciente en el suelo de su habitación, mientras las llamas cercaban su cuerpo. Y por aquel entonces, él tampoco había podido hacer nada.

Los gritos desesperados de los sirvientes le taladraban el cerebro: llamaban a lady Sackville, tratando de que se despertase; pedían por agua para apagar el incendio que estaba por consumir toda la estancia, y tiraban de él para evitar que corriese la misma suerte que su madre. Aquella noche su madre se convirtió en cenizas delante de sus ojos, y dos empleados murieron más tarde a causa de las heridas. Y él no pudo hacer nada. Sólo obtuvo una cicatriz imborrable en el lado derecho de su cara y la pérdida de visión de un ojo. Un pago muy pobre para lo que había tenido que presenciar, y lo que le pudo haber pasado.

William Sackville se soltó el pañuelo y desabrochó su camisa empapada en sudor mientras jadeaba lleno de angustia. Tenía veinte años cuando todo sucedió, pero lo recordaba tan vívido como si hubiese sido la noche anterior. Y ese día, la señorita Shepard también habría podido sufrir graves consecuencias si él no hubiese vuelto, por asuntos del azar, a ver si ella realmente lo seguía o ya había regresado a la mansión.

Su padre entró poco después a la habitación, aunque no lo oyó llamara la puerta. Tampoco escuchaba lo que decía en un primer momento,pues en sus oídos todavía resonaba el crepitar de las llamas y los gritos de auxilio.

–William...William,hijo, ¿estás bien?–preguntó angustiado el hombre, más demacrado que nunca. William lo miró, su padre estaba muy deteriorado; sus ojos marcados por las ojeras, la cara pálida y huesuda lo hacían parecer enfermo. Y todo eso, también era por su culpa.

–Yo...la señorita Shepard...Padre, tuvo un accidente y casi...

–Tranquilo,William.–le dijo paciente, sentándose junto a él en la cama como cuando era un niño y tenía pesadillas–. La señorita Shepard está bien, sólo tiene unos rasguños.

–Sí,pero...

–Sí,lo entiendo: el accidente podría haber sido más grave, pero no fue así. Tú no tuviste la culpa de que el caballo se asustase, y de todas maneras, estabas ahí para ayudarla. La trajiste de vuelta, Will, eso es lo importante.–el duque no podía estar más orgulloso de él. En esos cinco años, los momentos de esperanza fueron escasos, y muchos los enfrentamientos. William no solía mostrar sus debilidades, sólo su ira contenida, por eso verlo así representaba un gran alivio para el duque: el monstruo desaparecía y volvía el hombre.

Su hijo se llevó una mano a la cara, dejándose caer contra su hombro.No dijeron nada más en un rato, hasta que William se recompuso y le dijo que iría a dormir.

–No te culpes más, William. La señorita Shepard no es de las que guardan rencor.–le dijo antes de cerrar la puerta tras de sí.

~*~

No podía dormir. Quizá se había acostumbrado a lord Sackville tocando hasta altas horas de la noche, y por eso tanto silencio le ponía los pelos de punta. Victoria decidió dar una vuelta por la casa para agotar sus fuerzas, ahora que los pasillos ya no daban tanto miedo como antes y podía disfrutar de la luz de la luna colándose entre las suaves cortinas.

Tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora