Capítulo 3

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Astrid y yo seguimos a Desdentao entre los árboles, mientras dejamos a Tormenta descansar en el acantilado.

Me adelanto y dejo a Astrid algo atrás. Desdentao se ha metido en un claro en el que hay un pequeño lago. Miro entre la maleza y me quedo quieto cuando veo la escena.

Desdentao suelta un gruñido y el otro dragón, que digo, dragona blanca que estaba bebiendo agua del lago, levanta la cabeza y le mira con unos ojos azules muy grandes.

Cuando veo a la dragona me quedo en shock. Es como Desdentao.

Una mano en mi hombro me sobresalta y es Astrid que está tan alucinada como yo. Se pone a mi lado con la boca abierta mientras mira a los dragones.

—¿Lo estás viendo Astrid? Él no es el único.

—Es increíble.

Nos quedamos en silencio y vemos como Desdentao quiere interactuar con ella. La dragona se queda muy quieta y le mira con desconfianza.

Salgo de la maleza, porque necesito maravillarlo más de cerca.

—Hipo, no. Espera.

Astrid me sigue fuera y nos acercamos a ellos sigilosamente.

—Es como un furia nocturna.

—No. No es exactamente como Desdentao. Diría que es una furia luminosa.

—Más bien, furia diurna.

Pienso en el nombre de Astrid y tiene más sentido que el mío.

—Sí, creo que tu nombre es mejor, seguramente.

Seguimos mirando todos sus movimientos hasta que la furia diurna se da cuenta. Se separa rápidamente de Desdentao y nos mira gruñendo.

Antes de que nos de tiempo detenerla, echa a volar y desaparece en el cielo envuelta en una de sus ráfagas. Nunca he visto algo así.

—¿Acaba de desaparecer?

—Por Odín, este dragón es impresionante.

Desdentao corre tras ella y se sube hasta la copa de un árbol y mira al cielo, haciendo un sonido triste. ¿Acaso a Desdentao le ha gustado la dragona?

—Desdentao, baja aquí campeón.

Pero Desdentao no me hace caso y sigue encima de la copa del árbol mirando el cielo.

—Creo que Desdentao se acaba de echar una novia.

Miro a Astrid y mi mirada cambia a una preocupada cuando vuelvo a mirar a Desdentao. Parece que sí que le ha gustado la furia diurna.

—¡Desdentao! ¡Baja venga, volvamos a casa!

Desdentao mira hacia a mí por un momento, y luego vuelve a mirar al cielo.

Me desespero un poco, porque es la primera vez que Desdentao no me hace caso.

—¡Desdentao a casa ahora!

Astrid envuelve mi brazo derecho con los suyos.

—Hipo, no lo agobies. Ya volverá, no te preocupes. Vámonos a casa, ya vendrá.

Miro a Astrid y tiene una mirada preocupada pero sincera. Creo que tiene razón. Debería dejarle algo de espacio. Ha presenciado un encuentro muy fuerte con esa dragona y necesita estar solo.

Astrid me guía del brazo hasta por dónde hemos venido y mientras nos vamos veo la figura de Desdentao desapareciendo con las hojas de los árboles.

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