.3

9.9K 1.1K 340
                                    


El dolor punzante en mi cabeza, el frío en mi cuerpo causado por el concreto de la banqueta y el pesado cuerpo del estúpido vagabundo sobre mí no me permitían hacer nada.

Parpadeé un par de veces, no entendía lo que había pasado.

Fije mi mirada sobre el rubio que estaba sobre mí, recorrí su rostro con mi mirada y pude notar que su herida del lado derecho de su cien permanecía intacta.

—¡Maldición!—una desconocida voz se podía escuchar a lo lejos.—¿Ambos están bien?—se acercaba.

Las manos de aquél sujeto con un ligero temblor, pronto comenzaron a moverse en un intento por ponerse de pie. Mis ojos se sentían pesados, y mi cuerpo débil no reaccionaba a nada de lo que había ocurrido; todo parecía un recuerdo efímero.

—Tal vez estoy muerto.—pensé en el momento en el que sentí mi cuerpo en movimiento.

—Yo estoy bien.—hablaba el vagabundo quien era el responsable de mi movimiento.—Pero al parecer él no, ¿Podría ayudarme por favor?—su voz era suave y tranquilizante.

A pesar de la diluida luz de la noche y lo plomizo del cielo, noté que mi vista estaba volviéndose un setenta por ciento borrosa, solo podía ver dos siluetas frente a mí.

—Llamé a una ambulancia, está por llegar.—dijo aquella voz que no reconocía.

—No es necesario, solo necesito que él se ponga de pie para irnos a mi casa.—contestó el rubio con calma.

Pude sentir manos sobre mi cabeza y mis hombros, hacían un esfuerzo por levantarme pero mi fuerza de voluntad al querer ponerme de pie no me permitía hacerlo.

Tal vez solo quería creer que estaba muerto. Cerré mis ojos creyendo en mi pensamiento.

—Si estaban tratando de conseguir dinero de un seguro, fallaron.—bufó aquella voz extraña.—Mi cámara pudo grabar como ustedes caminaron directo hacia mi auto.—decía con más certeza.

—Tranquilo hombre, no queremos dinero, tan solo no pudimos evitar correr el uno al otro al vernos después de tanto tiempo.—suspiraba el chico adornando su mentira.—Ya que somos pareja, estamos muy enamorados, solemos hacer cosas tontas al estar separados tanto tiempo. Existe esa clase de personas en el mundo, ¿sabes?

No se si fue el frío de la noche congelando por completo mi cuerpo, el dolor de cabeza punzante o el ridículo discurso del vagabundo que me hizo abrir los ojos de golpe.

—¡¿Pero qué mierda?!—solté en un grito ahogado.

Concentré mi vista en el dueño de la voz desconocida; era un hombre elegante, el color gris de su traje caro acentuaban sus facciones si bien amables por el momento denotaban precaución. Abrí la boca solo para aclarar que no quería dinero y, sobre todo, que no había nada entre el estúpido rubio y yo.

—¡Oh! Lo siento, ahora entiendo porque se abrazaron de esa manera... Aun así no pagaré el hospital de él.—insistió.

Cada uno sostenía con fuerza un brazo mío en su vano intento de ponerme de pie mientras yo solo podía seguir viendo a aquel desconocido con mi boca que bien podría formar una "o". No se si era estúpido o solo quería zafarse de la situación en la se veía.

—Podrían soltar mis brazos por favor.—dije tras unos segundos en un pequeño hilo de voz, mientras intentaba ponerme de pie.

No estaba de ánimos para escuchar esta estúpida conversación. Ya era suficiente.

—¿Te sientes bien?—preguntaba la única voz conocida.—¿Puedes caminar?.—mis ojos se posaron en aquel vagabundo.

—Estás sangrando de nuevo.—murmuré.

MÁS ALLÁ DE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora