♠Cenicienta y los Cuatro Caballeros♦ 👉Editando 👈

Especial Fragmentos Del Pasado.

Especial Fragmentos del pasado: Bakugou Katsuki

Mientras siento el viento soplar y llevarse las hojas lejos, cada sentimiento nostálgico aparece de nuevo en mi corazón. Esta hermosa vista de donde ahora estoy divisando la ciudad, y la cual me muestra un marco hermoso de apreciar, solo inunda mi mente de fragmentos dolorosos de mi pasado, llevándome a recordarla a ella, aunque no quiera del todo, un dolor agudo que se instala dentro de mi y el cual me oprime el pecho sin que pueda evitarlo.

Recordando una vez más ese momento...
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Flash Black.

Un pequeño Katsuki de unos ocho años de edad corría de aquí para allá en un afán sin fin de energía, su madre que al igual que el chico, poseía un carácter bastante explosivo le llamó más de alguna vez para que se dignara a lavarse la manos y se sentara a comer en la mesa.

El pequeño rubio con un puchero de obvia desconformidad aceptó, sin antes renegar como era su costumbre.

— ¡Cuando aprenderás a ser obediente mocoso! — le replicó su madre, mientras limpiaba sus manos en un trapo de cocina.

Katsuki chasqueo la lengua obviando su molesta expresión.

— Cuando tu dejes de ser una vieja bruja— contestó bajito pero no lo suficiente para que su madre no le  escuchara.

—¡Ya callate y sientate, sino hoy no sales a jugar con los Kaminari! — amenazó.

Katsuki no tuvo más opción que obedecer. Puesto que siempre que salía a jugar con los hermanos rubios se divertía bastante.

Más si Kenji era su rival.

Comió rápido y luego se retiro de la mesa con el permiso de su madre, que aunque no entendía porque le gustaba siempre relacionarse con los pequeños Kaminari, por lo menos distraían de cierta manera a su problemático hijo.

Con una sonrisa que no pudo ocultar siguió haciendo sus labores mientras observaba por la ventana como su tempestuoso mocoso reía feliz al estar jugando con los dos chicos.

Aunque levemente sintió un pequeño malestar en su estómago y llevó una de sus manos para palpar dicho lugar, no le dio mucha importancia a ello.

No quería preocupar a Katsuki ya que era su único familiar cercano, puesto que su padre no podía verlo a como quisiera, y no es tampoco como si tuvieran la mejor relación del mundo, ellos irónicamente no pertenecían a la misma clase social.

Además Aizawa Masaru. No era un hombre desocupado, y aunque ella lo sabía desde que lo conocio, no pudo evitar caer en sus redes cuando era más joven. Él había sido el bálsamo de su alma abatida cuando deseo huir de su hogar y del maltrato de sus progenitores, él apareció en el momento justo para salvarla incluso de su propia estupidez y sus deseos suicidas.

Nunca había olvidado su bondad, su amor y entrega, y sobretodo el hermoso regalo que le había dado con el tiempo, su pequeño Katsuki.

Que aunque era un pequeño demonio cuando se lo proponía, sería un niño con fuertes convicciones y un carácter decidido.

Se sentó en la silla para descansar de esos dolores que la empezaban a marear de vez en cuando, no quería preocuparse pero los chequeos médicos no eran alentadores, la anemia prolongada que poseía se estaba convirtiendo lentamente en Leucemia, y no sabía que más podía hacer para mejorar, aunque estuviera tratándose a como debía, al parecer nada estaba funcionando del todo.