«Y cuando los sueños se hacen realidad, tememos a lo que nuestro corazón decida aceptar, sumiendonos en dudas y desesperación, desbocando sentimientos profundos y miedos que nos consumen poco a poco...»
Si dijera que no estaba nervioso al pensar en volver a la mansión estaría mintiendo. Mi corazón bombea desenfrenado casi como si estuviera en una danza frenética que no se como parar. Mis manos sudan sin remedio y el sudor perla mi frente dándome a entender que mis nervios están tomando el control.Había tomado el bus que me llevaría hasta la mansión y me dejaba a unas tres cuadras del lugar. Las sorprendentes edificaciones de las misiones aledañas eran totalmente increíbles. Y eso me hacía pensar ¿que rayos hacia un plebeyo como yo en un lugar como ese?
El contrato vino a mi mente haciéndome pensar en que no tenía más opción que volver y cumplir con mi trabajo, ser niñera de tres jóvenes ricos y algo problemáticos no era algo que hubiera pensando en realizar en mi pasado.
Incluso si alguien me hubiera dicho que estaría en la famosa mansión Yuuei trabajando en algo que jamás pasó por mi mente, definitivamente me hubiera reído de la persona.
El viento soplaba con algo de fuerza moviendo mis verdes cabellos y calmando un poco mi nerviosismo, era hora de que me enfrentará a lo que sea que tuviera que pasar.
Pues ¿quien culparia a Iida-san si lo despedía por haberse ido de la fiesta como si nada, y no haber aparecido en la mansión toda la noche, pues estaba llorando como una magdalena en los brazos de su mejor amigo?
Sin duda alguna era obvio que lo despedirian. Así que como el hombre que era debía de aceptar las consecuencias de sus actos.
Por ello sus pasos aunque algo lentos pero seguros lo llevaron a la enorme puerta de la mansión, la cual se abrió al instante y dos guardias salieron a su encuentro.
El guardia más alto con porte definido y mirada algo apagada le sonrió levemente mientras le miraba de arriba abajo inspeccionandolo. Su típica rutina habitual de escaneo.
–Bienvenido joven Midoriya, ¿debo llamar al encargo Iida? – preguntó serio, pero si perder su borde amable.
Trague grueso, pero asentí, sabiendo que no habia otra forma de entrar a menos que el encargado diera su permiso.
El guardia asintió y camino hasta la caseta para tomar el teléfono y llamar a Iida, el teléfono repicó dos veces hasta que la voz del hombre contestó.
–Señor Iida disculpe que lo moleste, pero el joven Midoriya acaba de llagar– mencionó con algo de nervios –¿Tiene total acceso? –preguntó.
–Sí tiene total acceso, voy para aya... –se escucho decir antes de cortar la llamada.
El hombre salió de la caseta y llegó a donde estaba Izuku, con una leve sonrisa le dijo la respuesta del encargado y el peliverde no tuvo más opción que esperar. Se sentía asustado, nervioso y sobretodo afectado.
¿Que escusa debías de poner cuando habías faltado a tu trabajo y de paso no regresabas temprano, sino hasta casi la hora de almuerzo?
Si Iida no lo despedía sería por obra de un milagro.
No tuvo que esperar demasiado pues a lo lejos observó como el peliazul venía a su encuentro. Su rostro algo serio, más de lo usual, le estremeció un poco.
*Calmate Izuku, aceptaras lo que te diga y empacaras tus cosas luego, solo respira, adentro y afuera, sabes como hacerlo, solo respira... * se dijo para tratar de calmarse.
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♠Cenicienta y los Cuatro Caballeros♦ 👉Editando 👈
FanfictionMidoriya Izuku a sus 17 años ha tenido una vida difícil desde la muerte de su madre, con la nueva pareja de su padre, los maltratos de su madrastra y hermanastro cada día que pasa son mas caóticos que el anterior. Pero esto cambiara cuando por casua...