Capitulo 18: Dolor, Recuerdo de un Pasado, El comienzo de los latidos.

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Eijirou instó al pecoso a entrar en el auto mientras el también subía al vehículo pensando a donde llevarlo, una vaga idea de como el peliverde se sentía le hizo pensar en llevarlo a un lugar tranquilo lejos del bullicio de la ciudad, el llanto gracias a dios ya había cesado, pues no sabría si se podría seguir controlando para no mandar a su guardia personal tras el maldito anciano que hizo llorar a su conejito, y de paso darle una lección que duraría toda su jodida vida.

Él no soportaba que lastimaran a Izuku. Ese instinto de protección que de pronto aparecía lo abrumaba por momentos, y era justo como cuando era más joven y su rubio amigo de infancia se mantenía a su lado.

*No es lo mismo... * se dijo pensativo. Era similar, pero en este caso las lágrimas del pecoso le hacían hervir de ira y frustración. ¿Que estaba mal con él?

¿Acaso eso... era estar jodidamente enamorado de alguien?

El rostro de cierta persona apareció en su mente y su pecho se comprimio por el dolor.

Ese chico ya formaba parte de su pasado.

Él no volvería a caer en promesas vanas y sentimientos a medias.

Ya había aprendido su lección, amarga, pero realista.

De reojo reviso que Izuku estuviera cómodo a su lado y noto como este divisaba el paisaje por la ventana. Su mirada triste no se había ido del todo y su semblante decaído le decía que seguia sufriendo.

Él mejor que nadie conocía ese sentimiento de rechazo por parte de un familiar, comprendía que ese dolor no desaparecía de la noche a la mañana, pero con el tiempo podría sobrellevarlo, él ya lo había superado, y sabía con certeza de que Midoriya también lo haría, era un chico fuerte y decidido, bondadoso y sonriente, había tantas cosas que le llamaban la atención que de solo pensarlo brevemente se emocionaba.

— No te sientas tan triste conejito, el sentimiento de rechazo ya pasará con el tiempo, — le dijo serio pero sin perder su borde comprensivo — Te lo digo por experiencia... — afirmó.

Izuku lo miro con una leve sonrisa. Tratando de demostrar que aunque no hace mucho su padre lo había rechazado, aún podría sonreír si se lo proponía.

— Gracias por ayudarme Eijirou-kun, en serio lo aprecio —

Eijirou asintió de acuerdo. El silencio que les siguió no era incomodo, los minutos siguieron transcurriendo hasta que el peliverde se dio cuenta que ya no podía divisar la ciudad, los edificios así como los centros comerciales habían quedado lejos de donde estaban, los inmensos árboles así como una que otra ladera aparecían en su campo de visión, haciendo que se preguntara ¿hacia donde se dirigían?

Con la curiosidad nata en él, preguntó su destino.

— Sino es mucha molestia, ¿me dirías a donde vamos? — se sentía nervioso y algo perdido, pues también recordaba que el joven Eijirou era su acosador número uno en la mansión y que le había dejado más que claro que deseaba convertirlo en su pareja.

Una pequeña punzada de miedo se instalo en su corazón, pero no quiso sacar conclusiones apresuradas.

Eijirou sonrió divertido, como solo él podría.

—Vamos a uno de mis lugares favoritos, solo te diré que es un lugar tranquilo al cual voy cuando necesito alejarme del bullicio y de mis estúpidos primos... — contestó mientras giraba el volante en una curva y seguía atento al camino.

Izuku solo suspiro. No quería asustarse, pero el temor de que Eijirou hiciera algo fuera del lugar estaba ahí, así que sin remedio alguno se acomodo en el asiento esperando llegar bien a su destino. Y obviamente rogando a cualquier dios que le escuchara que no se saliera de control dicha situación.

♠Cenicienta y los Cuatro Caballeros♦ 👉Editando 👈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora