NARANJA

61 2 0
                                    

Todo empezó en el horario de almuerzo, ella había salido tan rápido en la mañana que olvidó llevar comida o siquiera dinero para comprar algo. El verdaderamente odiaba las naranjas, su madre de igual forma le mando una ese día, y bueno, ya que no se la pensaba comer decidió dársela a ella, la sorpresa de que tu amor platónico te regale algo es bastante grande, aunque solo sea una fruta, pero es una muy buena escusa para entablar una conversación, ¿Quién diría que un año después sería él quien se enamorara y aceptara la proposición de la chica a salir?
Pues yo si, y como soy la autora tengo todo el derecho a decir que, si bien nada dura por siempre, estoy segura de que la felicidad de ambos es tan grande como el disgusto de él por las naranjas.

cuentos pequeñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora