Capitulo 1

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La alarma suena junto a la cama y estiro el brazo para apagarla. Lo cierto es que no me ha hecho falta. No he conseguido pegar ojo en toda la noche.

Hoy me gradúo. Último día de mi vida como niña, a partir de mañana seré un miembro en funciones de la manada oficialmente. Y después de los seis meses de servicio militar o SM, ya nadie podrá quitarme mi lugar.

Un temblor me recorre el cuerpo entero al pensar de nuevo en los seis meses que me quedan por delante.

Por lo general en cada curso hay varios Omegas. En mi caso éramos seis. Siempre lo hemos sido. He crecido pensando que pasaría mi servicio militar con esas personas. Mis amigos. Sin embargo en los últimos meses han ido cayendo uno por uno. Y con eso me refiero a que han encontrado a sus Alfas, lo que les garantiza un puesto seguro en la manada.
Y no es que eso sea del todo raro, muchos Omegas se emparejan antes de los dieciocho años. Pero en mi caso han sido todos.

Todos menos yo.

Lo que significa que voy a pasarme los próximos seis meses conviviendo en la misma habitación con un grupo de Alfas hormonales que no se saben controlar y Betas que se sienten superiores al resto por no estar atados a los deseos biológicos como el resto.

La ceremonia de graduación es algo con lo que llevo soñando toda la vida. Todas las personas de mi curso correremos con la manada por primera vez esta noche. En nuestra forma de lobo, claro. La siguiente vez será tras superar el servicio. Si es que lo paso.

Bajo las escaleras hacia la cocina, donde me esperan mis padres, con unas sonrisas bastante falsas plastificadas en la cara.

-Julia, cariño, ¿Has dormido bien?- pregunta mi madre.

Ambos me miran con preocupación. Los dos son Betas, así que, por muchos libros que hayan leído sobre el asunto, no entienden realmente por lo que estoy pasando.

En respuesta asiento con la cabeza, segura de que si intento hablar se me romperá la voz.

Hace unos meses, cuando se dieron cuenta de que todos los Omegas de mi edad se estaban emparejando, intentaron encontrar a alguien para mi. Hay sitios en los que te aseguran poder encontrarte un Alfa para así no tener que hacer el SM, pero eso no es lo que yo quiero.

Mi problema no es tener que pasarme los próximos seis meses explotando mi físico al máximo. El problema es tener que hacerlo sola. Siempre he tenido claro que quiero ganarme mi sitio en la manada, demostrar que me lo merezco. Si me emparejara solo para evitarlo, me convertiría en una de esas Omegas que se pasan el día arrastrándose detrás de sus Alfas.

Mi padre cubre mi mano con la suya, sacándome de mis cavilaciones.

-Julia, ya sabemos que debes de estar muy nerviosa, pero nosotros confiamos en ti.- Se que lo dice con buena intención, pero s como si aún no entendiera que no es de mi de quien yo desconfío, es del resto de mis compañeros. Aún así asiento con una pequeña sonrisa.- ¿Tienes todo preparado y organizado para esta noche?

-Si, el padre de Amanda va a venir a recogerme y vamos a ir juntas a la carrera.- Mi voz suena mejor de lo que esperaba.

Amanda es una de mis compañeras Omega y mi mejor amiga. Ella, igual que yo, había decidido no emparejarse y reclamar su sitio en la manada por si misma. Pero la llamada llega cuando llega.

Cuando termino de desayunar subo de nuevo a mi habitación y me quedo frente al espejo.

En los últimos meses he cambiado bastante: he dado mi último estirón, así que ahora soy casi de la altura media normal. Casi. Las curvas de mis pechos han terminado de definirse. Mis piernas son delgadas pero con algo de músculo, gracias a mis carreras nocturnas. El pelo marrón oscuro ondulado me ha crecido, ahora me llega por los codos. Mis ojos, eso es lo único que se mantiene: grises tan oscuros que parecen negros. Casi a juego con las oscuras ojeras que me decoran la cara.

La llamadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora