Capitulo 6

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Tardo una semana en aceptar que las agujetas son ahora parte de mi rutina diaria.
Según me despierto noto el familiar dolor por todo el cuerpo, rogando que no mueva ni un músculo, pero sólo pensar en tener que aguantar a un Gabriel enfadado por la mañana es suficiente para que me obligue a moverme.

Comprobado que voy bien de tiempo, me meto en la ducha. El echo de pasar las tardes sentada en un espacio cerrado a pocos centímetros de mi entrenador hace que su olor se pegue a mi piel y a mi pelo. Por lo general intento ducharme por las noches, pero anoche estaba agotada después de practicar, inútilmente, durante horas el control de mi olor.

Por culpa de mis instintos de Omega, dormir rodeada del olor de un alfa me ha llenado los sueños de escenas poco apropiadas entre entrenador y cadete.

Me visto en la ropa de entrenamiento y salgo al exterior sin secarme el pelo.

El sol aún no ha salido, porque por alguna razón a Gabriel le gusta despertarse a una hora inhumana.
El verano está llegando a su fin y las mañanas son cada vez más frías.

Cuando Gabriel sale del edificio estoy dando saltitos, intentando entrar en calor. Mis acciones deben parecerle realmente ofensivas, porque me atraviesa con una mirada asesina. Sin embargo, por una vez su olor no es de enfado, o al menos no totalmente. Esta mezclado con exasperación y algo más.

Me recojo el pelo húmedo en un moño en lo alto de la cabeza.

—Vamos a empezar con las peleas cuerpo a cuerpo.—dice mientras nos encaminamos al gimnasio cubierto.

No quiero llevarle la contraria pero no puedo evitar preguntar:

—¿Para que me va a servir saber pelear en mi forma humana? Mi lobo es mucho más fuerte.

—Hay mil escenarios en los que podrías usarlo.—no se gira a mirarme mientras contesta—pero la única razón que te importa ahora mismo, es que vas a aprender, por que yo lo digo.—con esto, abre la pesada puerta de metal y entramos al edificio.

—Razonamiento alfa...

Las palabras escapan mi boca sin que yo quiera.

Gabriel se gira lentamente, con el pecho hinchado y la espalda erguida y se acerca a mí. Parece que ha crecido una cabeza. Entre su postura dominante y la esencia terriblemente masculina que emana, mis instintos entran en acción.
Las piernas empiezan a temblarme, intentando tirarme al suelo. Mi cabeza se agacha y enseño el cuello a regañadientes.

—¿Te importaría repetir eso?

Yo niego con la cabeza, incapaz de hablar.
En este momento le odio, odio a todos los estúpidos alfas.
Él sabe perfectamente lo que esta haciendo, sabe el efecto que tiene en mi y lo está usando. Y si no para pronto voy a acabar en el suelo, lloriqueando.

—Eres la única omega que he conocido que en una situación así es capaz de sentir más que miedo.— una nota de curiosidad tiñe su voz.— Pero tu furia no va a ayudarte. Así que yo que tú empezaría a controlarme.

Tras un segundo más se separa y mi cuerpo parece liberar una tonelada de tensión.

Las siguientes horas son terriblemente incómodas.
Antes de aprender a pelear, tengo que aprender a poner una postura medianamente amenazadora, que no denote mi naturaleza Omega, tengo que aprender como colocar los pies, piernas, puños...

Gabriel ronda a mi alrededor mientras golpeo un saco con las manos envueltas en vendas. De vez en cuando se para y anota algo en su teléfono.

Cada pocos segundos se acerca a mí y me re coloca. Las primeras veces mi cuerpo saltaba fuera de su alcance sin que yo pudiera controlarlo. Sin embargo, empiezo a acostumbrarme a ello.

La llamadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora