Capitulo 7

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Nota de la autora:
Este capítulo es un poco más largo que el resto, porque la verdad es que no podía parar de escribir.
Espero que os guste

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Mientras desayunamos un asqueroso potaje marrón y verde, Gabriel me explica que esta tarde tengo una clase teórica con el resto de mi grupo.

De vez en cuando, mi entrenador pierde la concentración, cerrando los puños. No puedo evitar preguntarme si estará recordando el altercado con Dylan.

—¿Sobre que es la clase teórica?— pregunto intentando hacer que se distraiga.

El me mira sin saber de lo que hablo por un segundo, pero rápidamente vuelve al presente y a su estado de seriedad normal.

—Probablemente os introduzcan los posibles puestos de liderazgo a los que podríais acceder una vez que terminéis el SM.— mientras se mete otra cucharada en la boca se queda pensativo— No recuerdo de que eran las charlas que me dieron a mi.

Escucho atentamente. Gabriel no parece una persona que hable sobre si mismo muy a menudo, así que me preparo para absorber cualquier pequeña información que esté dispuesto a ceder. Pero eso es todo, no dice nada más.

Decido tentar la suerte.

—¿Eras el mejor de tu clase cuando hiciste tu servicio militar?— pregunto, mirándole con ojos inocentes— ¿Por eso no tenías que atender en las charlas?

Él me mira fijamente. Su mirada de desdén ha regresado.

—¿De verdad crees que te voy a contar algo de mi pasado?— me mira de arriba a abajo, haciendo que me sienta aún más pequeña de lo que soy.— ten cuidado niñita, no te equivoques. No soy tu amigo.

Ya estamos otra vez con lo de niñita.

.

Después de desayunar volvemos al gimnasio donde el resto del curso sigue entrenando.
Gabriel y yo nos retiramos a una esquina, y de nuevo me pone a darle golpes a un saco. Mis manos ya están doloridas de la sesión de la mañana, pero aprieto los dientes y me empiezo a vendar las manos.

Algo debo de haber hecho mal, pero que Gabriel suspira más fuerte de lo necesario y con brusquedad toma mi mano entre las suyas. Con dedos expertos me envuelve un puño y luego el otro.

—Está es la última vez que te las vendo yo, a la próxima voy a dejar que te hagas daño, a ver si aprendes— su tono de voz es brusco, pero sus dedos se detienen en mi muñeca un segundo más de lo necesario.

Quiero decirle que solo me ha enseñado como ponérmelas una vez, pero me muerdo la lengua.

Al otro lado del pabellón veo a Dylan y por un momento, un escalofrío me recorre la columna.

Incluso desde la distancia puedo ver un maratón que se le extiende por la mejilla y le sube hasta el ojo. En mi mente no le he pegado tan fuerte como para hacerle eso, pero tal vez estoy infravalorando mi fuerza.

Tomo la posición que poco a poco me va pareciendo más natural, y empiezo a golpear.

Gabriel se coloca detrás mío y me sujeta las caderas.

—Cada vez que lances el puño, gira con todo el cuerpo— me demuestra el movimiento girando mi cadera con sus enormes manos— de esta manera le das más fuerza al golpe.

Miro a mi alrededor. Si alguien está viendo esta escena, definitivamente seguirán con los rumores de que hay algo entre Gabriel y yo.

—Si tanto te importa lo que piensen...— sin que me de cuenta se ha acercado a mi oído y ahora su aliento me cosquillea la oreja— entonces igual tienen razón y no perteneces aquí.

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