Kapitel 10: rødhåret (pelirroja)

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El corazón de Jazmín iba a mil por hora.

Estaba llegando tarde a su clase en la UNA (Universidad Nacional de la Artes), donde estudiaba para ser profesora de música (ya que su abuela, su gran mentora, guía y soporte mientras estuvo en el hospital, era profesora de piano, guitarra y canto, que la deleitaba con su talento cada vez que podía, no solo en sus días de bajón).

Gracias a que Javo se ofreció a llevarla en el patrullero, apenas si llegó con 10 minutos de retraso:

-Tarde Del Rio- se quejaba el profe de Epistemología.

-Disculpe profe- y se sentó en su asiento habitual.

Ese salón, en horario de la tarde, estaba medio vacío, medio lleno, según el ánimo de la pelirroja. Estaba en el segundo año de una carrera de cinco, a sus casi casi 25 años, si todo salía bien, antes de los 30 iba a poder recibirse.

Qué loco ¿No? Pensar que pasó casi la mitad de su vida en la cama de un hospital, hoy por hoy podía estudiar una carrera que le apasiona, ayudar a la gente en la ONG, y dedicarse a sus más grandes hobbies: la pintura y el ejercicio al aire libre.

Ahora que podía salir y disfrutar del aire libre, adoraba tomarse sus tiempos para correr, hacer yoga y muchas otras actividades, todas al aire libre. Son repercusiones de una vida de encierro.

Esas mismas repercusiones, fueron las que la llevaron a la pintura y la música, actividades a las que se dedicaba cuando debía estar en su habitación pero no podía tener mucho esfuerzo físico... Y convengamos que el arte está en sus venas, hasta su propio padre dejó a medias su carrera de escultor, para dedicarse de lleno a la gestión empresarial, por pedido del abuelo César...

Se le estrujó el corazón.

Nuevamente tenía las imágenes del arrugado hombre cano y enfermo, en una habitación de hospital. Rodeado de cables, aparatos, máquinas que lo mantenían con vida...

Sacudió sus pensamientos. El pasado es pasado y hay que seguir adelante, con convicción y amor, mucho mucho amor: por uno, por la vida, por lo que vendrá... O al menos eso decía la abuela Azu, no quería volver a defraudarla, ni ahora ni nunca.

Además tenía muchas más razones para sonreír que para estar triste.

Flashback

-Muchas gracias por todo- le decía Flor, su Flor, con los ojitos brillosos, mirándola fijamente y regalándole una pequeña sonrisa.

El corazón de Jazmín se agrandó en un instante, y se llenó de amor por la morocha de ojos cafés, un poco apurado e intenso todo, pero es lo que le sale y no puede evitarlo.

-No te preocupes, cuando me precises me llamás o me mandás un mensajito- y le sonrió de la manera más genuina que tenía, con sus ojitos más chinitos que nunca.

-Sí, ya tengo tu número, gracias de nuevo Jaz- ah, por favor, ese diminutivo saliendo de sus labios era la gloria para Jazmín y más dirigiéndose a ella.

-Bueno, avisame cuando le den el alta a Vir ¿Sí? Igual puedo venir a visitar...

-Si re sí que quiero

-¿Lo qué?

-Que me, que... La visites a mi hermana, así la podés animar y eso que hacés vos por todos acá en el hospital...

-Sí, obvio, re quiero yo también eso... Bueno, me voy yendo o voy a llegar tarde y mi profe es medio ogro...

-Ah ¿Estudiás?¿Qué estudiás?- le preguntó como no queriendo despedirse y eso la enterneció.

BlomsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora