Kapitel 11: nuancer (sombras)

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-¡Potrita!- le dedicó dulcemente ese apodo que casi hace una década no escuchaba, definitivamente era Muñeca, la enfermera de Bahía Blanca ¿Qué hacía ahí?

Le ayudó a juntar sus cosas, y se dedicaron una tierna sonrisa mirándose a los ojos-

-¡Muñeca ¡Qué alegría verte!- decía  efusivamente, como esperando el milagro de que aquella mujer que conoce a detalle todo lo ocurrido, pudiera develarle el paradero de Dani.

Le pidió a su hermana que llevara todo a la habitación, que ella iba a charlar un ratito con una vieja amiga, a lo que a regañadientes Miranda tuvo que aceptar.

La rubia quedó observando un poco extrañada la interacción de su hermana con aquella enfermera, era demasiada familiaridad, e incluso le había dicho "potrita", hace años que Florencia tuvo que dejar el tenis, debido a la lesión en el hombro que sufrió ese fatídico día.

Pese a sus pensamientos, Miru optó por dejarlas a solas en la cafetería y juntarse con el resto de sus hermanas.

-Contame ¿Qué hacés por acá?

-Potrita, soy enfermera, y esto es un nosocomio- dijo la mujer señalando lo obvio.

-Sí eso es verdad, pero te hacía en Bahía Blanca, ¿Qué hacés acá en Buenos Aires?

-Ah, es que el doctor Ivanov nos trajo con la Tita y a la Coco con él cuando terminó sus prácticas en Bahía Blanca, vendieron el hospital para demolerlo y nos íbamos a quedar todas sin laburo ¿Viste?

-Ah no, no sabía eso- Su rostro se entristeció. Una esperanza más que se le escurría entre los dedos, ya no podría volver allí, revisar algún expediente médico o algo de eso, aunque dudaba que fuese posible acceder a ellos...

-¡Hey! No te me pongas triste chiquita-le dijo la mayor, interpretando que su tristeza tenía que ver con lo de la demolición y su falta de empleo- Mirá, ahora nos vemos acá, yo tengo un laburo y espero que estés acá por una revisión de rutina y no porque haya sucedido algo grave...

-No es por mí que estoy acá, tranquila ¡Mjhh! Es por mi hermana Vir, tuvo un accidente en el auto...

-¡Ay!¡No te lo puedo creer!¿Fue grave?

-No no, no te preocupes ¡Ñá! Se golpeó la cabeza y ahora está fuera de peligro- y buscó tranquilizarla con una sonrisa, cosa que logró.

-Me alegro entonces- y le mostró media sonrisa.

Era el momento, no podía dilatarlo más, debía saber:

-Muñeca... Vos... ¿Vos lo viste a Dani? Digo...¿Supiste algo de él?

* * *

En una clínica privada, un hombre cano, con ciertas arrugas pero extremadamente lúcido llamaba por teléfono en altavoz a su señora:

-¿Hola?

-Leonor, querida, me contaron que estuviste por acá pero yo estaba durmiendo, ya les tengo dicho que me den esas porquerías en la noche porque necesito estar despierto ¡Aghh! ¡Incompetentes!

-No te enojes, te aclaro que en esa clínica te han estabilizado en tiempo récord

-Estoy harto, si sigo así voy a pasar las fiestas acá adentro y no quiero- con la última palabra Leo supo que su marido estaba haciendo puchero, no cabía duda que padre e hija eran idénticos.

**67 años al pedo tenés** pensó ella.

-A ver tranquilo, debés hacer los ejercicios y dejar de querer coimear a las enfermeras para que te den comida que no deberías comer y quizá salgas antes de fin de año...

BlomsterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora