Flor estaba a las afueras de aquel hospital.
Las lágrimas, abundantes y copiosas, adornaban sus ya estropeadas mejillas.
Se sentía vacía, impotente, culpable.
Ella le había pedido que fuera hasta ahí, pero Virginia no quería.
Ella le insistió que sin encontrarlo no iba a poder salir adelante, y Virginia le dijo que cuando se diera cuenta que necesita su propio perdón su vida al fin podría continuar.
Ella no le hizo caso y la convenció de que si no enfrentaba su pasado, no podría amigarse con su presente ni tener siquiera un futuro, el futuro que le había prometido a su madre antes de morir.
Ojalá hubiese sido ella misma y no Vir.
Miranda llegó corriendo a su espalda. Ni siquiera habían podido ingresar al hospital que Flor salió corriendo presa de un ataque de llanto; y eso era peor que un ataque de tourette.
Miru la abrazó, como solía hacer mientras estuvieron juntas, mientras aún vivía en Buenos Aires, mientras habían sido una feliz familia de siete, mientras no había pasado ese horrible accidente que separó a la familia.
—¡Ojalá me hubiera muerto y esto no habría pasado!—Gritó con furia la morocha mientras seguía llorando.
La rubia le dio la vuelta, y la trajo a la realidad de un cachetazo.
Flor abrió fuerte los ojos. Parecía que se le iban a salir, mientras sujetaba su mejilla adolorida.
—¡Jamás vuelvas a decir eso!¿Me escuchaste?— y se dejó caer de rodillas, presa del llanto.
En ese momento Flor volvió a la realidad.
Su hermanita la necesitaba más que nunca, ya se había ido muchos años a Europa luego del accidente y todo lo que pasó después; ya se habían despedido de su madre hace tres meses, cuando les azotó ese cáncer terminal del cual la morocha no supo nada hasta que ya era tarde.
A pesar de que estuvieron juntas sólo 5 años antes de irse, tenía esa conexión especial con ella, su medio hermana, fruto de una infidelidad de su papá...
Ahora era el momento de ejercer su rol de hermana mayor, el que siempre le había tocado a Vir, y al que ella le había delegado siempre, se agachó y abrazó a su pequeña hermana, mientras juntaban coraje para entrar a aquel establecimiento, y esperaban la llegada de sus otras hermanas.
Sería la primera vez que entraría a un hospital luego de lo que pasó, y otra vez sería por un accidente...
* * *
Leonor tenía una fuerte resaca. Había bebido demasiado whisky de la reserva de su marido.
Estaba exhausta de todo: la empresa, los deberes, su matrimonio.
Para colmo María, otra vez, estaba con esa loca idea de irse a vivir sola. Si hacía apenas un año y medio que vivían en Bs. As. ¿Tan difícil era tener un poco de paz de tranquilidad? Por fin pudo respirar al enterarse que su hija, su chiquita, su princesa, estaba bien, que sólo necesitaba unas pastillas para hacer vida normal, o al menos eso decía el médico que la atendió en Berlín, pero que evitase las emociones fuertes por si acaso.
Eso no habría que decirlo dos veces.
Leo se desvivía por su hija, a la que nombró María en honor a su mamá, y le puso Jazmín como su flor favorita, y como dictaba la tradición familiar de su marido. Ella habría sufrido su primer ataque al corazón, a las afueras de un viejo depósito a los doce años y los siguientes diez se la pasó de hospital en hospital.

ESTÁS LEYENDO
Blomster
Roman d'amourFlozmin AU. Luego de años de estar en el exterior, Flor vuelve a Bs. As. a saldar cuentas pendientes con su pasado. Con lo que no contaba, era reencontrarse con un viejo amor: Leonor Fuentes, su exprofesora mientras estuvo radicada en Francia ni tam...