Capítulo 16

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La hora del descanso había llegado, tanto para Rogue como para Minerva el día se estaba volviendo interminable. No sólo tenían que lidiar con las indiscretas miradas que solían detener con una repleta de molestia, sino que tenían que hacerse a la idea de hablar con sus amigos pero, ¿sobre qué tenían que hablar realmente? Ya se había dicho todo, no podían darle más vueltas al asunto y solo quedaba saber la opinión de ellos. Eso era lo que más miedo les daba.

Una vez les permitieron salir al descanso Minerva se levantó acercándose a Yukino directamente, Rogue quiso hacer lo mismo con Sting pero el rubio había salido con gestos de molestia para evitar la situación. Rogue lo observó desaparecer tras la puerta, ni tan siquiera le había dado la oportunidad de levantarse de la silla y acercarse. Observó como Yukino también se alejó de Minerva y, por la cara de la mujer, supo que no había salido del todo bien.

—Estamos solos contra el mundo—suspiró la mujer con dramatismo fingido queriendo hacer más liviana la situación.

—No seas tan exagerada—Minerva sonrió, ya tenía de vuelta al borde y serio de Rogue. Sin embargo era notable la tristeza en sus cuerpos, pero debían mantenerse fuertes.

Con esa mentalidad salieron de clase. Decidieron cambiar su lugar de descanso no queriendo arriesgarse a que algún idiota fuera a molestarles y tener que meterse en problemas debido a ello. Encontraron un lugar solitario en el patio y se sentaron. Por suerte ese era el último año, no tendrían que aguantar eso por mucho tiempo. Rogue dejó caer su cuerpo en el pasto con pesadez y el ceño fruncido, le había afectado que Sting huyera de esa manera pero,tras pensarlo, sentía una profunda molestia. Minerva parecía más tranquila, Rogue imaginó que Yukino solo necesitaba procesar la información y que seguramente habría ido a encontrar a Sting para hablar.

—¿Qué vas a hacer con Sting?

—Ni idea, imagino que primero quiere terminar de creer lo que ha pasado—excusó Rogue suspirando—¿Y Yukino?

—Imagino que le ocurre igual.

Regresaron a clase y Rogue buscó a Sting con la mirada, el rubio no estaba en su lugar. Cuando la clase comenzó y el chico aún no había aparecido decidió salir pidiendo permiso para ir al baño, Yukino sí estaba al lado de Minerva y no pudo evitar preguntarse a qué se debía la posición de víctima que Sting había adoptado. Sí, no había sido sincero con Sting hasta ahora, pero el rubio tampoco le había dado oportunidad para serlo.

Se acercó a él con el ceño fruncido y se sorprendió de que el rubio no hubiera intentado levantarse de aquel banco para alejarse. Como si hubiera estado esperando su llegada se deslizó en el banco para hacerle un sitio al pelinegro, aunque Rogue se detuvo frente a él cruzándose de brazos dispuesto a darle una regañina.

—La clase ha comenzado hace más de quince minutos—habló el pelinegro sin ocultar lo molesto que le había resultado tener que salir de clase.

—Y tu llegas con más de quince minutos de retraso aquí.

—Deja de hacer el idiota, hay que regresar.

—¿No vamos a hablar?

—Hay mejores momentos para hablar.

—Pretendía hablar contigo en el descanso, pero te fuiste con Minerva, como siempre.

—Fuiste tú el que se largó sin darme tiempo a formular una palabra.

—Imaginé que me seguirías.

—Eres un idiota—decidió decir para ahorrarse la explicación del por qué no iba a estar detrás de él todo el tiempo. Se formó un silencio entre ambos, Rogue no comprendía muy bien cómo era capaz de hablar con Sting sin temblar después de todo lo ocurrido, aunque el nerviosismo aún estaba presente en su interior. Por suerte estaba acostumbrado a esconder esa clase de sentimientos, viéndose ante la gente como alguien inmutable y serio, pero Sting lo conocía bien.

Mi mejor amigo [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora