Aquel día se había levantado de buen humor. No sólo había conseguido reconciliarse con Sting, sino que además ahora podía hablar con él con una mente un poco más abierta.
Caminó con paso ligero y una sonrisa, se había adelantado aquella mañana a Sting dado que debía llegar antes a la escuela para dar clases con Rufus, un horario ciertamente mejor dado que podría comer tranquilamente en casa junto a Frosch. Al rubio también le venía mejor esas tempranas horas, Rogue comprendió que Rufus tenía mucha fuerza de voluntad y Rogue luchó por no llegar tarde, aunque no pudo evitar retrasarse un poco.
Entró en la clase del rubio que a esas horas estaba vacía, apenas estaban el conserje y algunos profesores. Rufus lo saludó disculpándose por cambiar su horario de aquella manera pero Rogue no se sentía con derecho a quejarse, Rufus le estaba haciendo un enorme favor al no rendirse con él.
Se notaba su buen humor a distancia y Rufus gastó alguna broma sobre su repentino cambio. Ya habían pasado un par de días desde que se había reconciliado con Sting, Rufus solo le había dado un par de clases pero pudo reconocer ese cambio.
—Recuerdo que te fuiste con un chico rubio la última vez, ¿se deberá a él tu cambio?—Rogue no hizo más que reír y negar—¿Sois novios?
—Somos amigos, heteros, por cierto—Rogue contestó con velocidad y extrañado, Rufus asintió.
—Ah, comprendo—aunque Rogue supo que no comprendía por la sonrisa que el rubio había adoptado—Atento a las fórmulas—la advertencia hizo a Rogue detenerse y, tras rechistar, alcanzar la goma para borrar.
Cuando la gente comenzó a llegar al aula, Rufus dio por finalizada la clase. Rogue se levantó y, despidiéndose con una sonrisa, se dirigió a su aula. Miró la hora mientras caminaba por el pasillo con los libros en sus brazos, conociendo a Sting y no estando él para vigilarlo seguramente llegaría tarde. Sonrió ante el pensamiento, Lector le estaría echando la bronca por hacer que ellos se retrasaran para la escuela también.
Entró a clase buscando alguna cara conocida, pero ni Minerva ni Yukino habían aparecido tampoco. Era evidente que las mujeres también se habían visto afectadas por el retraso de Sting. Se acercó a su pupitre sin perder la sonrisa a pesar de los murmullos y miradas que le estaban dedicando sus compañeros, debía ser parte de su imaginación seguramente, sobre todo porque no hablaba con casi ninguno y no había razón para ser el centro de atención.
Su teoría se deshizo cuando vio sobre su mesa unos grafitis escritos. Al principio colocó una cara molesta por la broma pero, cuando leyó algunas palabras sueltas, su rostro palideció al instante.
«marica»
«Vuelve al armario»
«chupapollas»
Eran una de las muchas palabras que decoraban en esos momentos su pupitre. Levantó la vista buscando entre la multitud al posible autor de aquello, pero eran demasiadas personas riendo o simplemente apartando la mirada cuando tropezaba con la suya.
Agachó la vista una vez más. Su cabeza dolía y sentía su corazón latir con excesiva velocidad, había incluso empezado a temblar levemente ante el miedo. No sabía qué hacer, borrar aquello corriendo, irse de allí, avisar a Minerva o tal vez a un profesor que estuviera cerca. ¿Cómo podía estar pasando aquello?
Su vista se movió a la persona que había sujetado su brazo, sus ojos reflejando el miedo que sentía en aquellos momentos. ¿Dónde se había metido aquel sentimiento de felicidad de hace unos momentos?
—Rogue, ¿qué ocurre?—tener a Sting a su lado era lo que menos necesitaba en esos instantes, y sin saber que responder Rogue solo permitió que unas pocas lágrimas rodaran por sus ojos mientras observaba a Sting con pánico sabiendo que, finalmente, todo había terminado.
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Mi mejor amigo [En Edición]
FanficRogue nunca había necesitado a nadie a su lado, con Sting y sus dos hermanos tenía suficiente felicidad cada día, pero sus esperanzas se abren a algo más y pronto no puede soportar estar junto a Sting sin que su cerebro le indique que grite las dos...