Capítulo IX "Festejos y Alegría"

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Los días habían transcurrido con tranquilidad desde lo ocurrido en el Consejo Real, se dio a conocer la noticia de la muerte de la reina Arwen y todos en Tierra Media estuvieron de luto por cinco meses, al terminar este tiempo, Eldarion y Eyden fueron coronados como los reyes de Gondor, Araser fue nombrado príncipe heredero y Gilirien se recuperó por completo, gracias a los cuidados de Elladan y Elrohir. Eldarion puso de nuevo orden al reino, comenzando por la Comarca, donde al parecer, ciertos hobbits estaban resentidos, después lidió con los enanos, pero estos fueron mas fáciles de complacer que los medianos.

Después de medio año, la invitación de la boda del rey del Bosque Verde llegó a todos los reinos, quienes asistieron con gusto a la fiesta, donde de verde esmeralda y blanco Legolas hijo de Thranduil y Fydëlin hija de Matfhyn unieron sus vidas para toda la eternidad.

—Felicidades, amigo mio—le dijo Gimli a Legolas, el elfo no pudo evitar sonreirle con ternura a su amigo, quien los cabellos y la barba ya eran del color de la plata.

—Muchas gracias, amigo mio, me alegra que hayas venido—respondió Legolas.

—No me lo perdería por nada, es bueno conocer a la bella dama que ya no permitirá que te vayas de aventura con un enano.

—Teniendo la edad que tienes no dejas tus bromas.

—¡¿Me estas diciendo viejo?!

—Para nada amigo mio, solo digo que ya estas muy acabado.

—¡Pues este enano acabado aun te aguanta una ronda de cerveza!—retó Gimli.

—¡Ja! Eso tengo que verlo—le dijo el elfo de forma burlona.

—Pues lo veras ¡Eomer!—gritó el enano al rey de Rohan que estaba cerca de los barriles de cerveza y vino—¡Sirve dos rondas completas!

Gimli y Legolas se acercaron a la mesa donde Eomer comenzó a pasarles cerveza por cerveza, una tras otra y ellos bebían con rapidez.

—Mi poni por tu espada si gana Gimli—dijo Pippin.

—Hecho—aceptó Merry.

—¡Aplástalo Glimli!—animó una pequeña hobbit, que subida en una silla alta miraba todo.

—¡Undomiel!—reprendió Sam.

Mientras todo esto ocurría, Fydëlin se alejó un poco y se dirigió hacia donde se encontraba Lindir, quien le mostraba las estrellas de Gilirien por la ventana.

—Mi señora—la princesa hizo una reverenciara—muchas felicidades por su compromiso.

—Te lo agradezco querida—dijo la nueva reina del Bosque Verde—¿me permites unos momentos con Lindir?

Gilirien miró dudosa a Lindir, pero él le indicó con la mirada que todo estaba bien, entonces ella hizo una reverencia y se alejó.

—Es una chica encantadora—Fydëlin miraba a la princesa alejarse para ir a mirar junto a su hermano la competencia de cerveza.

—Y hermosa—dijo Lindir, la elfo le dedicó una mirada fastidiosa y él estuvo mas complacido, pues había logrado hacer que sus celos salieran a la luz—¿Hay algún problema? mi señora.

—No, ninguno—ella apartó la mirada de él, no le gustaba la manera en la que las palabras "mi señora" sonaban en su boca, era como si en ellas se arrastrara una especie de odio y rencor.

—Entonces no veo con que intención quería hablar conmigo a solas, mi señora...

—Deja de decirme señora—le ordenó en tono molesto.

—Cómo ordene majestad—volvió a molestar él.

—Por el amor de Elbereth, deja de tratarme como una extraña—lo miró con suplica, pidiéndole perdón y deseando que fueran de nuevo amigos.

—Solo te estaba molestando—dijo él con una sonrisa de oreja a oreja—estoy feliz por tí.

—¿Encerio?

—Claro, sé que seras feliz con el príncipe Legolas.

Ella estaba realmente sorprendida con sus palabras, pensaba que él la rechazaría o le hablaría con indiferencia pero no fue así, seguía siendo el mismo Lindir, gentil y encantador, que se había convertido en su primer príncipe azul.

—Lindir...sobre nosotros...

—Olvídalo—cortó él—ahora eres feliz y si es así, entonces, yo también seré feliz—y le sonrió con ternura.

Fydëlin estaba realmente complacida con esa respuesta, aunque no podía evitar sentir culpa, realmente se había enamorado de Lindir, pero sus días con Legolas habían cambiado parte de sus sentimientos, pero siempre lo llevaría en el corazón. Ella iba a decir algo mas, pero entonces una de sus doncellas le dijo que era el momento del baile, ella se despidió de Lindir, sin saber que esas serían las ultimas palabras que le diría. La música comenzó cuando ella y un Legolas mareado, tocaron la campanilla de plata que anunciaba el inicio, las parejas se juntaron en el centro del salón danzando al ritmo de la música y riendo de felicidad. La pequeña Undomiel se colgó del brazo de Glorfindel en cuanto el baile comenzó y al elfo no le quedó de otra mas que dejar de coquetear con las demás damas y ponerse bailar con la pequeña, una pieza tras otra, hasta que sintió que sus botas le pesaban ¿o eran las piernas?

—Voy a quedar paralítico—se quejó en cuanto la pequeña se había ido con su madre al tocador.

—Derrotas a un balrog ¿pero no puedes con treinta piezas de baile con una dulce hobbit?—se burló Lindir, haciendo reír a los demás elfos.

—Esa niña tiene pies de piedra—volvió a quejarse Glorfindel haciendo que la risa de sus camaradas aumentara.

—Lindir—llamó Gilirien con timidez mientras se acercaba—¿bailarías esta pieza conmigo? 

Los elfos estaban asombrados, no solo por la petición de la princesa hacia un elfo, sino porque era ella, una mujer, quien lo estaba pidiendo y no él.

—Será un placer, mi bella dama—respondió Lindir, le entregó su copa de vino a uno de sus amigos y tomando la mano de la princesa caminaron al centro del salón. La danza comenzó con una bella reverencia, un giro elegante, seguido de un tres cuartos.

Gilirien se estremeció cuando Lindir colocó su mano en la cintura de ella, donde la falda de su vestido rosa caía en adornos de flores, los movimientos delicados con los que él bailaba eran como los de un príncipe, con elegancia y porte, la hizo bailar como una pluma al viento. La princesa sintió la música en todo su ser, la calidez de la mano de Lindir sobre la suya era muy hermosa, una sensación que nunca había sentido, pero que sin embargo, sabía de que se trataba.

—Parece que quieres matar a tu capitán—dijo Eldarion a Elrohir, que junto a Elladan miraban la danza de Lindir y Gilirien junto a las demás parejas.

—¿Es tan obvio?—preguntaron los gemelos al mismo tiempo sin apartar la vista del centro.

—Sí, pero les recuerdo que yo soy el padre, así que dejen las preocupaciones para mi, queridos tíos.

—Bien pero no te prometo nada—ambos hablaron al mismo tiempo nuevamente.

Eldarion solo rió ante los celos y preocupaciones de los gemelos, él realmente no estaba molesto, pues había una ventaja de la cual sus hijos eran dignos de poseer.

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La Tumba de Cerin AmrothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora