Capítulo VIII "Castigo para los Traidores"

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—¡Los señores de Rivendel! ¡Elladan y Elrohir!—anunció el vocero, su voz con las palabras retumbaron en todo el salón llamando la atención de los consejeros y la familia real. 

Los elfos, seguidos de sus capitanes, se adentraron al lugar, llamaban la atención de todos los allí presentes, pues su aspecto no era el mas presentable, las botas y ropas sucias, sus capas rasgadas y los rostros llenos de cansancio, pero aun así su manera de caminar y sus miradas destellaban el brillo peculiar de su raza.

—Príncipe Eldarion—dijo Elladan mientras hacían una reverencia.

—Princesa Eyden—dijo Elrohir imitando a su hermano

—Mis señores—respondieron Eldarion y su esposa haciendo la misma reverencia, en lugares como esos no podían darse la libertad de saludarse como la familia que eran.

—Espero que hayan traído buenas noticias—dijo Eldarion con un brillo de esperanza en la mirada.

—Algunas son buenas, sobrino, pero no todas son para celebrar—le dijo Elladan.

—El paquete que mandaron llegó ayer en la noche—dijo Araser, el hijo mayor de Eldarion, refiriéndose a Idaylethor y su séquito de hombres—está bien resguardado.

Una campana sonó y todos guardaron silencio, Eldarion y Eyden se pararon delante de los dos tronos que en tiempos de antaño Aragorn y Arwen habían usado. Gedethor y Degethor entraron al lugar, vestidos con la túnica negra que los representaba como parte del Consejo Real, sus caras aun eran de hombres de treinta o cuarenta años, pero sus miradas los hacían ver viejos y tiranos, "Saruman tenía mas gentileza en los ojos" pensó Glorfidel al verlos.

—Señores del Consejo Real—habló la princesa—les hemos reunido para terminar con las acusaciones que los consejeros Gedethor y Degethor, hijos de Alethor, han hecho encontra del príncipe heredero, Eldarion, hijo de Aragorn.

—Tenemos una carta—comenzó hablando Degethor—escrita con el puño y la letra de la reina, donde ella confiesa el complot que su hijo Eldarion y la princesa Eyden hicieron para hacerla desaparecer y quedarse con el trono lo mas pronto posible.

Un murmullo recorrió todo el salón, muchos decían que era mentira lo que Degethor decía, sin embargo, muchos otros lo apoyaban, Araser iba a protestar, pero Elrohir lo sujetó con fuerza del brazo para que se tranquilizara.

—¡Mentira!—un gritó sobre salió entre el murmullo, en la entrada se hicieron a un lado para dejar pasar al senescal y capitán de Gondor, Faramir, hijo de Denethor—¡Es mentira lo que dices!

—¿En que te basas para decir que es mentira?—encaró Gedethor.

—Todos conocemos a nuestra reina, una hermosa dama de buen corazón, al igual que nuestro difunto rey, entre los dos criaron a su hijo, un hijo que en ningún momento le he visto el deseo de poder como lo veo en tus ojos y en los de tu hermano.

—Solo te basas en las apariencias. Él...—Gedethor señaló a Eldarion, quien se mantenía firme y sereno—es un traidor a la corona, sus padres habrán sido unos grandes gobernantes, pero en él ya hace la debilidad de Isildur.

—¡¿Como te atreves a insultar de esa manera el linaje de Númenor?!—gritó el príncipe Tarahilm hijo de Imrahil.

—¡Porque no hay que negar que esa sangre maldita aun vive entre nosotros!—le gritó Degethor.

Con esas palabras Degethor había desencadenado le ira de Tarahilm, quien era un gran amigo de Eldarion y había sido aprendiz de espada del mismo rey Aragorn. El príncipe intentó llegar hasta el consejero, quien también fue a su encuentro, ambos para retorcerse el cuello, pero unos guardias se los impidieron, creando un alboroto por todo el salón.

La Tumba de Cerin AmrothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora