Capítulo X "La Partida de los Elfos"

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Después de la fiesta en el Bosque Verde, los gemelos y sus capitanes, junto a la comitiva del rey Eldarion, partieron rumbo a Lothlorien, donde Elrohir cumplió su promesa de llevar a su sobrina a Cerin Amroth, ahí la familia real se despidió de la hermosa dama Arwen Undomiel. Gilirien, con la ayuda de sus doncellas, plantaron rosas rojas alrededor de las nephril, un detalle de la princesa para su abuela, a la que había amado con todo el corazón.

Salieron del bosque y cabalgaron hacia los Puertos Grises, donde un barco de madera y velas blancas los esperaba.

—¿Todo listo?—preguntó Elladan al capitán.

—Sí, mi señor—contestó el elfo—la marea está tranquila y el viento corre a nuestro favor.

—Espléndido, preparen todo para zarpar—ordenó Elladan, el capitán hizo una reverencia y se fue a darle órdenes a todos los marineros.

—Supongo que ya no nos veremos—dijo Eldarion con tristeza.

—Eres un gran hombre Eldarion—le dijo Elladan—igual a tu padre, serás un gran rey como él.

—Eso espero, no me gustaría defraudarlo.

—No lo harás—dijo Elrohir.

Después de esto, le dieron un gran abrazo a su sobrino, a Araser y a Eyden, para despedirse.

—Y en cuanto a tí, mi querida princesa—Elrohir miró a la joven—pon atención a tus clases de geografía e historia, el pobre de Faramir ya no sabe como hacer que las cosas se te queden en la cabeza.

—Lo haré—dijo la joven con algo de enojo, ese tipo de cosas realmente le aburrían.

Elrohir la estrechó entre sus brazos con cariño y le dio beso en la frente, tenía la misma actitud que Arwen, aunque su aspecto era igual al de la dama Celebrian. Elladan también abrazó a Gilirien, mientras Elrohir se despedía de Lindir.

—Pronto nos veremos—le dijo a su capitán.

—Eso espero mi señor, pues mi momento aun no llega—contestó Lindir—dele mis saludos a mi señor Elrond.

—Lo haré—Elrohir colocó una mano sobre el hombro de su capitán y este lo imitó.

—¡No! ¡O te quedas conmigo o yo voy contigo!—reclamó Undomiel a Glorfindel. Que se despedía de ella.

—Mi hermosa niña, no puedes venir—le respondió él.

—Entonces quédate—la pequeña hobbit comenzó a derramar lágrimas de tristeza, aunque su mirada era de enojo.

—Sabes que no puedo, mi deber es ir al otro lado del mar—Undomiel inclinó la cabeza completamente triste, no quería que Glorfindel se fuera, pero no podía hacer nada para que se quedara.

El elfo enternecido, levantó la carita de la niña, para hacer que lo mirara a los ojos. Glorfindel buscó entre su capa y sacó una flauta de porcelana, se la dio a la pequeña, quien la tomó algo confundida.

—Cada vez que la toques, la música llegará hasta donde yo esté y me acordaré de ti, si estas triste o muy feliz, lo sabré por medio de la música que el viento transporte.

A Undomiel se le iluminó el rostro, asintió con la cabeza muy feliz y abrazó a Glorfindel por el cuello, siempre lo recordaría y lo llevaría en su corazón, al igual que lo haría él. La pequeña regresó al lado de su madre y abuela para mostrarles la flauta de porcelana, Sam se acercó a Glorfindel.

—Parece que esta fue tu mayor pelea—le dijo con burla el hobbit.

—Tienes razón, pero debo admitir que estoy feliz de haberla perdido—respondió el elfo. Sam sonrió con ternura, el hobbit rebuscó en su bolsa de viaje y sacó un libro de pasta roja.

—¿Que es esto?—preguntó Glorfindel cuando Sam le extendió el libro.

—Entregaselo a ya sabes quien.

—Lo haré con gusto—el elfo lo tomó y guardó en su capa—Sam, ¿por qué Undomiel?—el hobbit miró a su nieta.

—La dama Arwen quiso darle ese regalo a Elanor, ponerle el nombre de la Estrella de la Tarde a mi querida nieta.

—¡Hora de partir!—gritó el capitán.

Unas despedidas y lágrimas más, y los elfos subieron al barco, que elevó el ancla y se hizo a la mar, todos se despedían con la mano mientras miraban a los elfos alejarse, en ese momento el viento sopló con fuerza, el sol se ocultaba lentamente y la Estrella de la Tarde brilló en lo alto del cielo. Todos los que estaban en tierra se dieron la vuelta y se alejaron del puerto, para ir a sus hogares y vivir una vida plena y feliz.

Sólo quedaba un barco, el último de todos, que partiría diez años después, transportando con él a Legolas y Fydëlin, a Radagast, los dos magos azules, Alatar y Pallando, a Lindir y a la princesa Gilirien, quien al final había decidido vivir sus días como una inmortal, al lado del elfo que le había contado historias de las estrellas y la llevaría a la presencia de la bella Elbereth. Aquí concluye esta historia, donde al final, los elfos dejan la Tierra Media, para que la era del hombre dé comienzo, los hobbits viven sus días felices y fuera de la vista de cualquier peligro.

Y en el bosque de Lothlorien, la Tumba de Cerin Amroth siempre tendrá las nephril y las rosas rojas floreciendo, aun en el más crudo invierno no se secaran y ni el correr de una tormenta las deshojara...

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TurinTurambar55: 😶 Oye, a Gimli dormido en la puerta del estudio de Sildaluz

Efrettire: 😃 Ah sí, el pobre debe estar cansado de tanto limpiar el lugar.

Turin: 🤔 Pero lo limpió ayer.

Efrettire: 😊 Tienes razón, pero recuerda que cuando un escritor deja de escribir, su estudio se llena de polvo y si ese polvo no se quita entonces la habitación desaparece. Y no queremos eso.

_Balban_: 😁 (se asoma por la puerta) Chicos, el té está listo.

ValerieMN: 😋 Hay lembas de chocolate.

Turin: 😆 ¡Si! ¡Yo quiero!

*Todos corren por el té y las lembas de chocolate, aunque Turin tropieza y rueda por las escaleras*

Balban:🤨 (curiosa) ¿Por qué te comes las más grandes?

NathalyElfa28: 😏 Porque yo las hice je je je

La Tumba de Cerin AmrothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora