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16 años.

Los días que siguieron de la pelea todos notaron los ánimos bajos que tenía Kirishima. Aquél chico tan dulce y sonriente había sido reemplazado por un muchacho que tenía la mirada triste y decepcionada, que iba a clases al dormitorio y viceversa, incluso Ashido le había dado el espacio que el pelirrojo le pidió, ignorando sus comentarios de "no quiero que tengas esa triste mirada de nuevo".

Por eso, cuando sintió golpes en su puerta, soltó un suspiro y se levantó de su cama, caminando a paso lento a la puerta la cual abrió todavía con más lentitud.

— Mina, te dije que no...

— ¿Qué tienen todos con esperar a otras personas que no soy yo?

La voz que de alguna manera estaba esperando llegó a sus oídos y abrió sus ojos con sorpresa al ver al rubio parado frente a él. Con rosas. Rosas rojas.

— ¿Bakugo?

— Uhm, las rosas combinaban con tu cabello, salí a caminar y las encontré tiradas por ahí y sé que te gusta el color también.— se excusó,aunque Kirishima sabía que no era cierto, que las había comprado para pedir perdón pero como siempre, el orgullo era más alto, eso de todos modos no evitó que una sonrisa pequeña apareciera en su rostro.— escucha, cabell-... Kirishima, sé que estuve mal y todo eso, pero estaba pensando...

— ¿Sí?

— Si tú...

Ambas miradas se encontraron, Kirishima percibió el nerviosismo ajeno,y, aunque sea por unos segundos se permitió ilusionarse, un poco al menos.

 — ¿Si yo qué?

  — Si quisieras estudiar de nuevo, pronto serán los exámenes y prometí ayudarte.

— Oh.— desilusión.— claro, podemos vernos mañana si quieres.

El rubio asintió y Kirishima hizo lo mismo, dando por sentado que ese sería el final de la conversación por lo que se dispuso a cerrar la puerta, pero antes de lograr su cometido un pie impidió que lo hiciera, haciendo que sus cejas se alzaran en dirección al cuerpo ajeno.

— No olvides las rosas.

Bakugo prácticamente le tiró las flores antes de darse vuelta y caminar lo más lejos y rápido de allí. Kirishima finalmente cerró cuando le perdió de vista y miró las rosas en su mano, dándose cuenta de que encima de las mismas tenía una nota que no dudó en abrir con rapidez.

"Perdón por ser un bastardo explosivo". Era su letra. La letra de Bakugo.

Sonrió bobamente y dejó que las mariposas en su estómago volaran con libertad, que sus mejillas se colorearan con fuerza de un intenso rojo y, las ilusiones alzadas hasta las nubes, sintiéndose ya para ese entonces, prácticamente enamorado.

Colorblind [KiriBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora