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13 años. Una semana después del accidente.

— ¡Está despertando!

Con un poco de dificultad Eijiro abrió sus ojos, teniendo que acostumbrarse lentamente a la luz que se encontraba rodeándolo. Estaba en el hospital. De eso podía darse cuenta al ver toda la habitación de blanco y los cables en sus brazos. Y de repente fue capaz de ver a las personas frente suyo. Sus padres, los cuales lo miraban con lágrimas en su rostro y evidente cansancio. 

— Mi vida, por fin despertaste, nos tuviste preocupados por una semana.—su madre fue la primera en hablar y en acercarse a su hijo, pero él no era capaz de escucharle correctamente, solamente veía fijamente su camiseta.

— Mamá...

— ¿Sí?

— ¿De qué color es tu camiseta?

La señora Kirishima soltó un jadeo por la sorpresa y miró a su ex marido mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, cuando miró al pelinegro de nuevo una sonrisa había aparecido también.

— Es rojo, Eijiro.

Rojo. Rojo. Rojo. Por fin podía verlo. Y eso significaba que logró conocer a su alma gemela. Sin embargo, al momento de intentar recordar el último momento antes de su accidente no lograba ver ningún rostro. Soltó un suspiro.

— ¿Qué sucede, hijo? ¿No estás feliz de haber conocido finalmente tu alma gemela?

— No logró recordar su cara...—susurró mientras sus ojos miraban sus manos con decepción, con tristeza.

Pronto sintió un par de brazos rodeando su cuerpo, y otro par de manos en su cabeza para revolver sus cabellos, y de repente su padre habló.

— No te preocupes, Ei, vas a encontrarla de nuevo.—comentó mirando a su hijo fijamente a los ojos, mirando a la mujer a su lado por unos segundos y regresó su atención a su hijo antes de volver a abrir su boca.— o encontrarlo. Después de todo, están destinados.

Colorblind [KiriBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora