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JiMin 8 años
Jungkook 11 años

Hacia ya un año que JiMin conoció el hermano de Tae, y hace unos meses que sus familias se juntaron...

No supo cómo, ni  cómo fue, pero de un día para otro la madre se Tae y JiMin ya eran muy amigas, inseparables. Iban juntas a las escuela por ellos, iban a casinos, incluso la invitaban al bar que los padres de JiMin manejaban.

JiMin amaba ese bar con todo su ser. Aunque el ambiente no fuera el apropiado para un niño de ocho años, el olor a cigarro, la música a todo el volumen, las personas bebiendo hasta más no poder, era un tipo de entretenimiento un poco "extremo" pero divertido. Desde muy pequeño era que él se la pasaba ahí, haciendo tareas en una pequeña mesa cerca de la barra, le hacían piñas coladas sin alcohol. Su madre preparaba las bebidas y su 'padre' era mesero, o era el encargado de cobrar.

Habían montones de meseros, que la mayoría se llevaban bien con el pequeño. La razón era por su padre, su verdadero padre.

Cuando JiMin tenía tres años, su padre biológico murió en un accidente automovilístico, tanto él como su madre quedaron devastados, pero la mujer no tardó siquiera dos años en encontrar a una nueva pareja, y aunque ella se esforzará por que su hijo y nueva pareja convivieran, simplemente no congeniaban. Y algunas cosas eran mejor así, separadas.

Estaba en casa de Tae mirado el televisor, mientras que su amigo iba al baño. En ese momento, apareció Jungkook.

Fue hasta el sofá donde JiMin estaba y se sentó a su lado, se acomodó y cruzó sus piernas.

–¿Qué vemos? –preguntó el mayor fijando su mirada en el televisor.

–Se llama Danny Phantom —aún que trato de no tartamudear, la inseguridad en su voz si era evidente, siempre se ponía nervioso a lado de JungKook y ni él sabía el porqué de aquello.

–Cuando tenía tu edad veía los "Teletubbies"

–¿De verdad? –preguntó con entusiasmo JiMin, volteándolo a ver de inmediato– a mi me dan miedo.

–A mi también, no sé cómo se les ocurrió hacer ese programa –giró su cabeza en dirección al pelinegro, dejando de lado el programa que pasaban en la tv.

–Si te dan miedo, ¿Porque lo veías? –cuestiono JiMin con mera ingenuidad, sorprendiéndose a sí mismo por no tartamudear y sostenerle la mirada.

–No sé cómo explicarlo, pero me atraen las cosas que dan miedo –respondió Jungkook con algo de diversión, pero aquello fue suficiente para que la confianza del otro niño se cayera por un precipicio. Giro la cabeza y se encontró con los anuncios en la televisión —¿no es gracioso? La gente suele evitarlo —continuó diciendo sin notar el cambio en el menor.

La verdad era que JiMin no entendía muchas cosas de las que decía JungKook, su mamá le decía que estaba en plena pubertad y que las cosas que decía no tenían sentido, que era mejor ignorarlo.

En un par de minutos llegó Tae, y el hermano mayor de éste estuvo un poco más antes de irse a su habitación. Era extraño, siempre que alguien más estaba con JiMin, el de cabellos cafés se iba como si no hubiera un objetivo para seguir con ahí , pero así era él. Así era Jungkook.
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Pasó un mes y se acercaba el día del niño, tae estaba muy feliz, JiMin también pero no lo mostraba, y Jungkook solo aceptaba la decisión de las mujeres. Las madres de ambos acordaron ir al cine y después a una pizzería con juegos infantiles, todos aceptaron aquello de la mejor manera, ya que los padres de ambas familias trabajaban mucho. Si, "trabajaban"

Al llegar la hora de alistarse, JiMin se puso histérico, no sabía que ponerse, le importaba el aspecto que llevaba al estar con Jungkook, o el solo hecho de saber que lo vería, intentaba verse bien.

Llevaba pensando cuál era la razón por que  le importaba tanto verse bien por la presencia de Jungkook, y de tanto pensar, llegó a la conclusión de que solo le intimidada, el cabello oscuro de Jungkook le quedaba bien, sus labios eran algo delgados pero de color sandia, era bonito... Él no, JiMin no se consideraba bonito, era de piel casi bronceada con cabello negro, negro azabache, con labios gruesos y baja estatura, no le gustaba... Quería ser igual de atractivo que él, tan atractivo como Jungkook.

Al final de todo, se puso unos pantalones mezclillas con una camisa de rayas, se acomodó el cabello y se colocó algo de perfume, no era lo mejor que tenía, pero tampoco quería llamar la atención "solo de el, para que vea que no es el único chico bonito de los tres" pensó.

Quién diría que esos pensamientos llegarían a algo más...

–¡JiMin! –exclamó su madre al verle –pero que guapo te has puesto.

–No lo creo mamá —el contestó el niño mirando sus tenis.

–¿Cómo no? –lo tomo de la mano y lo llevo al espejo de cuerpo completo que estaba en la sala –mirate –le indicó –tu cabello negro sobresalta su piel blanca... Ahora que lo pienso, eres de piel clara, es raro, tu padre no era así, y mucho menos yo –soltó una risa chistosa y volvió a su hijo.

–Quiero el cabello rubio –la mujer dejó de reír.

–No puedes, tu cabello de ese color es perfecto –le sonrió.

–Pero lo quiero como Tae... –replicó el menor.

–Tae lo tiene de un castaño claro, pero su hermano de un café muy oscuro, el cabello de Jungkook y el tuyo son únicos, cariño –se agachó hasta a él y le depósito un beso en la frente –ahora vámonos porque hay que pasar por ellos –JiMin asintió y salieron de la casa.

El camino fue incómodo para JiMin, a Tae no le gustaba estar en medio, y a Jungkook le daba igual, así que la madre de Tae dijo que JiMin fuera en medio, para que conviviera con los dos.

Grave error. JiMin estaba muy nervioso, no dejaba de ver al frente con la espalda algo jorobada, algunos de sus cabellos estaban en su frente, con los labios entre abiertos. Tae hablaba y hablaba y JiMin nunca puso atención a nada, tan ido estaba que no se percató de que un chico de cabellos chocolates le admiraba desde el otro lado, apoyando su brazo en la puerta del auto.

–Deja de mirar a JiMin, es mío –dijo Tae asomando su cabeza por el pequeño cuerpo de JiMin.

–Ni le miraba –contestó el mayor de ambos volteando se de manera rápida a la cabezera del asiento de enfrente.

JiMin volvió en sí cuando escucho la voz de Jungkook, pero no había puesto atención al comentario de su amigo por lo qué solo escuchó al mayor.

–¿Qué no mirabas? Kook –le dijo el pelinegro mirándolo al rostro. El de cabello oscuro se puso nervioso y no solo porque le preguntaba sobre el mirarle un momento antes, sino que también por el apodo.

–JiMin ¿Le has dicho Kook? –esa fue su madre, quien le vio sorprendida y feliz por el retrovisor.

JiMin no pensó que contestar, el quería llamarlo por ese apodo desde hace mucho, pero ¡No pretendía decirlo! Iba a contestar hasta que alguien lo interrumpió.

–Yo le digo JiMin-ssi a él ...– lo último se escucho más cómo un susurro que solo el azabache pudo escuchar. Jungkook nunca le decía así.

–Vaya ¿Desde cuándo son tan unidos ustedes dos? –preguntó la madre de los hermanos.

–Si ¿Desde cuándo? –atacó Tae algo envidioso –a Jungkook no le cae bien JiMin.

–Eso no es cierto, nos llevamos bien cuando estamos solos –contraatacó Jungkook, dándose cuenta de lo que había dicho y viendo como JiMin se ponía tenso y cómo su rostro tomaba un rojizo bonito –quiero decir –aclaró su garganta –nos llevamos bien cuando tú no estás molestando.

Nadie más protestó, Tae se hundió en su asiento cruzando los brazos,  las mujeres siguieron con su plática  y JiMin se relajó un poco más pero no dejaba de ver a Jungkook, y el mayor tampoco dejaba de verlo, ambos estaban en su mundo, con las caras casi ardiendo y ninguno parecía querer quitar la mirada.

Mi mas grande y bello error Donde viven las historias. Descúbrelo ahora