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Jungkook estaba feliz porque después de una semana y media vería a JiMin.

A la vez le sirvió para darse cuenta que la persona correcta era su adorable Mochi, estuvo hablando con uno de sus amigos, y llegó a la conclusión de que el menor era para él.

Ahora sí que estaba más que dispuesto en dejar a YoonGi por completo y quedarse con el pelinegro. JiMin era muy bueno con el, no se merecía lo que él estaba haciendo con su corazón...así que decidió hacer formal su relación, y para empezar, debía acabar el tema de YoonGi de una vez.

JiMin lo había citado a las seis en su casa, así que tenía tiempo para acabar de una vez por todas la relación que tenía con YoonGi.

Se alistó y cruzó la calle, tocó la puerta y un chico palido y de cabello menta salió, con una sonrisa muy bonita. Jungkook se impresiono saber que ya no sentía nada por esa sonrisa.

—Hola.

—Hola —contestó sin mucho afán el mayor.

—Te vez muy bien —dijo YoonGi al mirarlo de pies a cabeza y morderse el labio —¿Saldrás amor?

—Si, y vengo a decirte que ya no voy a buscarte, es la última vez que vendré a tocar tu asquerosa puerta.

—¿De que hablas? Bueno, no importa; volverás.

—No, no lo haré, voy a casa del chico que me gusta y voy a hacer oficial la relación.

YoonGi frunció el ceño y abrió los ojos de más, después soltó una carcajada enorme y de manera fanfarrona, pero al ver que Jungkook lo miraba serio, paró.

—No estas hablando en serio ¿Verdad?

—Lo es, ya no me busques y yo tampoco lo haré —y con eso dicho, dio media vuelta para ir a comprar algo para JiMin, al fin lo tendría como novio.

—¡Volverás, maldito! Me sigues amando —gritó el chico enfadado.

—Pudrete, YoonGi —contestó en voz alta.

Jungkook paso por una floreria la cual tenía orquídeas, a JiMin no le gustaban las flores, y escucho que le había dicho que la orquídea blanca era la única que le gustaba. No lo pensó dos vez y entro a comprar un gran ramo de flores, costaba casi todo lo que tenía, y no le importó, era lo más mínimo que merecía su Mochi por aguantar el comportamiento tan horrible que había tenido con él.

En todo el camino estuvo emocionado, llegó a la puerta de JiMin y tocó, la puerta que esperaba ver todos los días.

El pelinegro salió, con un mal aspecto...tenía una camisa de manga larga holgada, unos pantalones de mezclilla y estaba descalzo, sus ojos tenían ojeras y su cabello ya no lo peinaba como antes. Que tonto fue, JiMin tenía un mes estado así y no lo notaba.

El menor se hizo a un lado y lo dejo entrar, cerró la puerta atrás de él. JiMin pensaba en tener voluntad propia, porque al abrir la puerta vio el hermoso ramo de flores.

No, ya no iba a estar detrás de él.

—¿Estas bien, Mochi? —preguntó el mayor con un gesto de preocupación. El pelinegro solo asintió y el mayor no quedó muy convencido —Mira, te lo traje —extendio el ramo a JiMin, y lo tomó sin cuido —sé que te gustan estas.

—Ah.

—¿Seguro que estás bien?

—Lo que pasa Jungkook, es que ya no te quiero ver.

—¿Qué?

—¿Creiste que estaré como tu perro faldero siempre? ¿Sabías que yo sé todo lo de YoonGi?

—Ah... Terminé con eso y-

—¿Cuándo? Lo terminaste hoy ¿No?

—JiMin yo te amo, quiero que seas mi novio, porque te quiero conmigo. Y lamento todo lo que te hice —fue ahí cuando el mayor tuvo miedo de perderlo.

—No, no me interesa lo que sientas por mi, estás aquí para decirte que te vayas de mi vida —a JiMin le dolía demasiado, no quería caer, no quería creerle —ya no me haga más daño y vete —miro el ramo — y toma tu porquería de flores, no las quiero.

El corazón le palpitaba y sus ojos se humedecían, Jungkook sintió mucho miedo de lo que decía, no quería perderlo ¿Porque se tardo tanto en darse cuenta?

—JiMin, no me dejes cariño...

—largate.

—Te amo, en verdad —un hueco en el pecho, las lágrimas lo vencieron y salieron de sus cuencas, miró el rostro del menor, estaba hablando en serio.

—¡Lárgate, ya no te quiero ver! —le aventó el ramo a Jungkook y éste a duras penas lo tomó. Después le agarró del brazo y lo arrastró hasta la puerta.

Ese par de minutos el de cabellos chocolates se quedó en shock,lo estaba perdiendo y cuando supo, ya estaba afuera de la casa de JiMin, y escucho como éste le cerró la puerta de manera estruendosa detrás de él.

—¡JiMin, no me dejes!

Gritaba y golpeaba la puerta muy fuerte, las lágrimas no paraban y JiMin nunca salía, estuvo ahí toda la tarde hasta que la madre del menor llegó, tenía una bolsa en su codo y tacones de aguja, se veía bien para su edad.

—Jeon ¿Que haces aquí? —lo miró y noto su rostro lleno de lágrimas y el ramo con una varita quebrada —¿JiMin está bien?

—Lo siento tanto...— dijo casi en un susurro— yo amo a su hijo.

—Jeon tú no eres bienvenido en esta casa, y por lo que veo, mi hijo ya dejó de seguirte.

—No quiero perderlo...

—A mi no me interesa, le has hecho daño.

—Usted no es nadie para decirme eso, no le pone atención a su hijo.

—Retirate de mi casa antes de que llame a la policía —sentenció la mujer.

Jungkook solo dio un suspiro y se marchó, mañana volvería a casa de se chico, pero antes, en el jardín pequeño de enfrente dejo las flores plantadas.

Quería luchar por él. Lo haría.

Mi mas grande y bello error Donde viven las historias. Descúbrelo ahora