- Capítulo 7 -

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Bienvenida

Carter

—¿Cuántas veces diré que no? —Observo ya irritada a Trevor, hace apróximadamente media hora que llegó de la universidad con una noticia que no es de mi agrado.

—Las veces que quieras, los dos sabemos que ganaré. —Se encorva de hombros y yo asiento, ya derrotada dejo caer mi cabeza hacia atrás en la silla de la sala.

—¿Y qué se supone que haré allá? De seguro me echará, y tú te vendrás conmigo —Le señalo acusadoramente.

—No va a pasar nada, Raymond de seguro sigue enamorado de ti.

—Já, —Dejo salir una risa seca y falsa. —Y yo soy la Reina de Los Estados Unidos.

—Eso no existe —Dice lentamente analizando mis palabras.

—Como el enamoramiento de Ray hacia mí.

—Bien, este es el trato. —Se levanta de su asiento y se posa frente a mí —Tu irás, te vestirás con algo que le cause envidia a cualquiera, te divertirás restregandole en la cara que eres feliz sin él y eso sí, beberás hasta el amanecer.

Analizo su propuesta y me resulta de lo más tentadora. De seguro que Raymond se muere si me ve en su fiesta de bienvenida, pero que culpe a Sage por repartir invitaciones a quien se le pone enfrente. Mi amigo al leer una invitación de un chico de su universidad corrió hacia casa olvidándose de su última clase para avisarme.

Cosa que no hizo falta, ya que cuando iba entrando por la puerta; Sage salió con su radiante sonrisa de siempre al haberme dejando una de las invitaciones azules.

Ahora veo ese pedazo de papel como una de las más grandiosas ideas que Trevor ha tenido en años.

—Eso de beber hasta el amanecer me interesa.

—¿Qué opinas en ese caso? —Pregunta esperanzado.

—Cuenta conmigo.

—¡Así se habla mujer! —Chocamos cinco con una sonrisa en nuestros rostros. —Ahora si me disculpas, tengo un mapache que alimentar.

Se retira y yo sólo pienso en todo lo que puede pasar el día de la fiesta, de seguro Ray ya me olvidó y solo Trevor y yo estamos haciendo planes que no van a tener éxito.

>> >> >>

—¿Estás lista? —Me pregunta Trev al aparcar el auto fuera de la fiesta. Ya es viernes, día de la fiesta.

—No, pero ya qué.

El ríe mientras bajamos y caminamos a la entrada del lugar, si bien la bienvenida era a las siete de la noche nosotros decidimos que lo mejor era esperar dos horas más para evitarnos la llegada sorpresa de Raymond y tener que saludarlo. Irónico, asistir sin querer vernos con él, o más bien, sin querer yo encontrarme con él.

—Levanta el trasero y saca el pecho. —Dice deteniendo su caminar viéndome fijamente.

—¿Qué? —Volteo y lo observo con demasiada confusión.

—El outfit que elegimos no te luce como debe de ser.

Me cruzo de brazos y veo indignada mi atuendo, una falda de terciopelo negro ceñida al cuerpo junto a un body de encaje, encima de éste una chamarra negra, mis zapatillas de tacón alto plateadas es lo último a lo que le doy un vistazo.

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