- Capítulo 17 -

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“Toda la culpa es de Bastiam Hardford”

Carter.

—Lo siento.

—Sentirlo no ayudará a nada. —Volteo a ver a Bastiam quién realmente luce apenado. Pero no es conmigo quien tiene que disculparse. —No quiero saber cómo se las va a cobrar Trevor.

—En mi defensa no pensaba que un mapache se atravesaría en mi camino.

—Tendrás que decírselo a mi amigo.

¿Cómo es que pasamos de estar en mi casa a la clínica veterinaria? Solo Bastiam podría ser el culpable.

'Una hora y veintiocho minutos antes...'

Es lunes por lo que mi humor está de lo peor, me visto de manera cómoda y ligera ya que no quiero mantenerme incómoda en el transcurso de las clases, después de realizar mi limpieza mañanera diaria bajo a desayunar junto a mi amigo quien se prepara algo sencillo en la cocina. —¿Ya viste las noticias?

—No, ni siquiera he visto mi teléfono. ¿Por qué? —Le miro mientras tomo algunos ingredientes de la alacena.

Toma su teléfono móvil y busca algo que después me muestra, lo tomo entre mis manos para leer una nota.

>>“Debido al problema climático, se suspenderán labores en algunos lugares de la ciudad. Aunque aún no resulte ser algo oficial algunas instituciones están tomando cartas en el asunto”.

—¿Problema climático? —Dirijo mi vista a la ventana donde el sol hace su aparición. —Pero si no hay rastros de lluvia o algo parecido.

—Ahí dice que nada es oficial. Por lo que aún así están suspendiendo labores. —Sigue comiendo pacíficamente.

—¿Quieres decir que no habrá clases?

—Yo aún tengo que ir, no me han dicho nada. Pero tal vez en tu universidad ya dieron noticias.

Dejo lo que estoy haciendo para ir hacia mi bolso donde se encuentra mi teléfono, lo enciendo para ver las notificaciones. Cinco mensajes de Adriana me aguardan diciéndome de la manera más entusiasmada y feliz que por el día de hoy se suspende el ingreso a nuestra Universidad. Sonrío agradecida por el clima que no se encuentra mínimamente oscuro o amenazador, al contrario, hasta el cantar de las aves logro escuchar.

Regreso dichosa por la noticia con el italiano, no hace falta que le diga algo ya que la sonrisa en mi rostro me delata. —Felicidades, yo aún tengo que ir a la tortura. —Dice al cabo de unos segundos.

—Nadie te obliga ser chef.

Limpia sus utensilios para tomar su mochila y caminar a la salida—Te veo en la comida. —Se despide con un beso en mi mejilla para retirarse de la casa. Y me quedo sola.

Vaya, nunca había estado sola a esta hora en casa, recordando, sí lo había estado pero es inusual que despierte sin la obligación de asistir a la universidad. Ahora que me he despertado no podré dormir ya que el sueño se me ha ido, aunque lo intente tardaré horas y me resulta aburrido tratar de dormir cuando simplemente no puedo.

¿Qué hago?

Veo mi preciado teléfono en la barra de la cocina. Al ser las siete de la mañana no pienso en molestar a nadie pero una persona pasa por mi cabeza, basándome en los días que estuvo aquí en casa sé que podría estar disponible. Lo dudo un segundo pero lo hago. Tecleo su nombre hasta que me aparece lo que busco, presiono el botón de llamada y espero unos segundos para que me responda. Su voz se escucha tan madura como siempre.

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