II. Sanitarios

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Se llegó la hora del receso, todos se encontraban en el patio. Aristóteles estaba con sus amigos del equipo de basquetbol, y Cuahutémoc platicaba con Sasha, la ayudante de la tienda de Crisanta.

El rizado miraba fijamente a Temo, esperando que él sintiera su mirada y lo buscara, notó que no funcionó cuando el más chico dejó sola a Sasha dirigiéndose al baño.

Decidió seguirlo.

—Chicos, chicos —llamó tomando la atención de los presentes—, después seguimos platicando sobre las tácticas de juego, tengo que irme.

—Ni siquiera hablábamos de las tácticas de juego —mencionó Zac al grupo y después volteó a dónde Aristóteles, éste último no había escuchado, puesto que a penas terminó de hablar y ya se había marchado en dirección a los sanitarios.

Sentía un cosquilleo en su estómago causado por los nervios, estaba emocionado de cierta forma, veía alta la posibilidad de que su crush correspondiera a sus sentimientos. Desde la primera vez que Aristóteles vió a Cuahutémoc sintió atracción por él, Temo le daba señales –algo confusas– que hacían que sintiera que el amor que él tenía era mutuo.

—¿Cuahutémoc? —entró buscando con la mirada al menor, éste se encontraba frente al espejo del baño, acomodándose el peinado.

—Hola, Ari —saludó alegre cuando vió al rizado por el espejo.

—Tenemos un tema pendiente...

Dicho esto, Aristóteles cerró la puerta de los sanitarios con seguro. Comenzó a acercarse a Cuahutémoc, éste último aún se encontraba dándole la espalda al rizado mientras se veía al espejo, rodeó la cintura de Temo y dejó un beso en su cuello.

—Mejor dicho, tenemos besos pendientes.

Cuahutémoc se paralizó por completo al sentir el toque de los labios de Aristóteles con su piel y se apartó.

—A-Ari... No puedo.

—¿Cómo no? Me habías dicho que me debías todos los besos que quisiera... ¿Ya lo olvidaste?

Temo apretó los ojos, recordando lo que había dicho unas horas antes.

—No sabía lo que decía, ¿sabes? No pensé bien las cosas, y creo que no debería estar aquí —dijo dirigiéndose a la puerta, pero un agarre en su brazo lo detuvo.

—Hey, ¿qué pasa? ¿Estás molesto conmigo?

—¿Qué? No, para nada. Sólo que... creo que hay que mantener distancia.

Puede que Aristóteles estuviera seguro de quién era y lo que quería, pero, con Cuahutémoc, las cosas eran diferentes.

Sí, Temo pensaba que Aris era una persona muy atractiva, que era muy coqueto y divertido... Pero eso no significaba que le gustara, además, él no estaba seguro si era gay. Aristóteles tal vez sólo era un muy buen amigo para Cuahutémoc, y este asunto en los sanitarios lo estaba incomodando mucho.

—¿Distancia por qué, Cuahutémoc? Siempre hemos estado juntos.

—Sí, pero ahora es diferente...

—¿Diferente por qué?

La diferencia era que Aristóteles nunca se había mostrado tan directo con Cuahutémoc. Claro, Temo sospechaba que el rizado sentía algo por él, pero ahora se sentía entre la espada y la pared, había momentos en los que sentía que quería dejarse llevar por el momento... y otras veces quería alejarse por completo de Aristóteles y no tener ningún contacto con él.

Tal vez era la confusión, Cuahutémoc nunca se vió estando con un chico de esa manera. Era algo nuevo para él, no quería intentar nada si no estaba seguro, y estando en una situación cómo está no iba a lograr descifrar sus sentimientos.

—Yo n-no lo sé, s-sólo —suspiró— dame tiempo, ¿sí?

Aristóteles asintió confundido y vió como Cuahutémoc se dirigía a la salida del lugar en el que se encontraban, notó que su amigo estaba temblando al verlo con problemas para quitar el seguro de la puerta. Cuando Temo salió, el rizado se acercó a los lavabos y se enjuagó la cara, se miró al espejo y no entendía qué pasaba. ¿Por qué Cuahutémoc aceptaba a besarlo y después se negaba a hacerlo y le pedía tiempo? ¿Cuánto tiempo estaba pidiendo? Sea cual sea la respuesta, Aristóteles no quería pasar tanto tiempo separado de él, no si lo dejaba con esa incertidumbre.

Salió de los sanitarios y buscó a Cuahutémoc con la mirada, necesitaba al menos saber que estaba bien, que no se encontraba inquieto o nervioso. Se calmó cuando lo vió de regreso con Sasha, hablando como si nada hubiera pasado.

—¡Ari! ¿Qué tal, amigo? Tardaste mucho —llegó Ben, junto a otros tres, al lado del rizado tomando su hombro.

—¿Eh? Ah, sí... ¿Jugamos un poco? —dijo apuntando al balón de básquet que sostenía Zac.

—Va, ¿le hablamos a Temo?

Aristóteles regresó su mirada a su crush e hizo una mueca.

—No, no —volteó con sus amigos sonriendo—. Debe estar hablando de algo importante con esa chica, juguemos nosotros.

Le arrebató el balón de las manos a Zac y fueron corriendo a la cancha.

Temo observaba a Aristóteles jugar y dejó salir un pesado suspiro.

—Wow, ¿y eso?

—No lo sé, Sasha. Tengo un problema enorme, y no sé ni siquiera como interpretarlo.

—¿En serio? Bueno, tú sabes que puedes confiar en mí, por algo somos mejores amigos ¿no? —preguntó tomando el hombro de Temo, haciendo que éste la viera. Él asintió sonriendo— Ven, platícame lo que pasa —lo tomó del brazo y se dirigieron a una banca cercana.

Besayúname [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora