XIII. Escaleras

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—¿Por qué se fue así Temo, hijo? —preguntó Polita.

Aristóteles soltó un gran suspiro, digno de un enamorado. —Ay, mamá, ni te imaginas... Puede que Temo sienta lo mismo que yo —juntó sus manos emocionado—, ¡estoy muy feliz por eso!

—Ay, hijo, ¡me alegro mucho!

—Creo que me iba a besar... pero se sintió apenado cuando llegaste —rió.

—¿Y qué esperas? ¡Ve y alcanzalo! Yo me quedaré un rato con Arqui en la panadería para que no los moleste, ve y habla con él, hijo.

—¡Gracias, ma'! ¡Te amo! —gritó Aristóteles para entrar corriendo al edificio.

Subió las escaleras corriendo, y antes de llegar al piso de los Córcega y los López, vió a Temo.

—¡Temo! ¡Espera!

Cuahutémoc se detuvo y volteó a ver a Aristóteles.

—Ari... Lo siento mucho, no creí que tu mamá fuera a salir y- ay, que pena, lo siento...

—No te preocupes —rió y colocó una mano en su hombro—, estás medio loco, ¿sabes?

—¿Yo? ¿Por qué?

«Primero aceptas besarlo, después le pides tiempo, luego te ofreces a llevarlo a su casa, se te declara y lo rechazas, al día siguiente te confundes y sientes quererlo, y ahora intentas besarlo... No, no estás loco, Cuahutémoc... Estás loquísimo, pensó Temo.

—Pues me ibas a besar y saliste corriendo —rió Aristóteles.

—Perdón —rió y después sonrió—. ¿Sabes de qué me di cuenta?

—¿De qué? Iluminame con tu sabiduría.

—De que sí me gustas...

Aristóteles se cruzó de brazos, su rostro mostraba confusión y a la vez intentaba comprender todo.

—Hace unos minutos dijiste que no estabas seguro.

—Pero ahora lo estoy... Lo sé, es muy bruto y muy directo lo qué me pasa, pero creo que... Sólo necesitaba sentirlo, y vaya que el sentimiento me llegó de golpe.

—Bien, veamos... explícame cómo te sientes.

—Siento que te quiero más de lo que imaginaba, quiero estar contigo mucho tiempo, siento la necesidad de demostrarte mi cariño pero a la vez me da pena —rió—, siento que me gustas... así nada más, lo siento y estoy seguro de ello.

Aristóteles sonrió con mucha ilusión. —¿Es en serio?

—Sí, creo que ahora entiendo todo... Sí me gustas, sí te quiero, sí a todo eso tan bonito de mis sentimientos por ti —sonrió—. Pero creo que el problema es que no siento que tú merezcas estar con alguien como yo, mereces a alguien mejor... Digo, mira como te hice sentir el viernes en la azotea, tú no merecías eso.

—Pero ahora me haces sentir más feliz que nunca —Aristóteles subió un escalón para estar más cerca de él—, no sabes lo que significa para mí lo que estás diciendo.

Besayúname [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora