V. Departamento

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—¿Cómo estuvo el día de hoy en la escuela, mi orgullo? —preguntó Audifaz, quien se encontraba sentado en una silla frente a la mesa.

—Ay, Ari —empezó a hablar Polita mientras ponía los platos en la mesa—, perdón por no pasar por ti, se me fue el avión e iba tarde a la panadería y-

—No te preocupes, ma', Pancho me trajo —respondió sentándose junto a su padre—. Y el día estuvo muy bien, pa', aprendizajes nuevos como siempre —sonrió satisfecho.

—Me alegro mucho, mi Aristóteles, recuerda que lo mejor que te estoy dejando son los estudios, eso es lo que te hará grande en un futuro.

—Recuerdame agradecerle luego a Pancho, Aris. Hace muchas cosas buenas por nosotros —sonrió Polita sentándose junto a su familia.

—Claro que sí, el señor Pancho es un muy buen hombre, y sus hijos también son personas hechas y derechas —admitió Audifaz—. Sobre todo su hijo Cuahutémoc, tu amigo.

—Sí —afirmó sonriendo con la vista perdida—, Temo es muy bueno.

—Uy, esa sonrisita está diciendo algo —mencionó Amapola sonriendo con las cejas elevadas—. ¿Pasa algo con el vecino, Aris?

—¿Qué? ¡No! No, no, no pasa nada.

—¿Estás seguro? Porque yo veo una carita de enamorado cada vez que lo mencionas.

—Claro que no, mamá, Temo es sólo un buen amigo.

—¿Tú qué piensas, esposito?

Audifaz bebía de su vaso y la pregunta de Amapola hizo que se detuviera, colocó de nuevo el vaso en la mesa y miró a Aristóteles seriamente.

—Si hay algo entre ustedes dos, Aristóteles... —apuntó rápidamente a su hijo y a la puerta, dando a entender que se refería a Cuahutémoc— Más le vale a ese niño no hacerle daño a mi orgullo. Por más bonitos que se vean juntos, ¡yo no permitiré que le hagan daño al corazón de mi hijo!

—Papá, Temo no haría eso... pero entre nosotros dos no hay nada —dijo sonrojado.

—¿No sientes nada por él, Aris? —preguntó Polita.

—Bueno... para ser sincero, sí siento algo por él —confesó sonriendo y mirando al techo—, pero no estoy seguro de que él sienta algo por mí.

—Si no siente nada por ti... ¡Él se lo pierde! —empezó a decir Audifaz— Tú eres un gran joven, mi Aris, tendrás a alguien que te quiera tanto como tú a él. Pero ya, a comer, se enfría la comida.

Dicho esto, todos empezaron a degustar la rica comida que había preparado Amapola.

Aristóteles se sentía feliz de que sus padres lo aceptaran aún con sus preferencias distintas, y se sentía tranquilo de que en su familia hubiera esa confianza para hablar de sus sentimientos. Cuando le confesó a sus padres su orientación sexual, éstos no podían estar más orgullosos de lo valiente que era su hijo para decirlo, le prometieron apoyo eterno –el cual ya tenía desde el día que supieron que vendría al mundo– y le recordaron que ellos siempre estarían para él... a pesar de todo.

Cuahutémoc se encontraba en su cuarto, para ser más exactos, recostado en su cama, miraba al techo pensando en todo lo que había sucedido ese día. «Un viernes muy loco», pensó. Recordaba la primera hora de clase, en la cual casi se besaba con Aristóteles, después pasaba por su mente el recuerdo de los baños.

Intentaba poner todas las piezas del rompecabezas en su lugar; el rompecabezas era su corazón, y las piezas sus sentimientos.

¿Qué se sentía querer a alguien? ¿Cómo sabías realmente si alguien te gustaba? Tal vez estas preguntas hayan estado más de una vez en tu cabeza, y lo peor es que no hay respuesta exacta. Todos sentimos diferente, todos nos expresamos diferente... pero hay algo que todos hacemos igual; amar. Cuahutémoc estaba seguro de que quería a Aristóteles, pero no estaba seguro de si lo quería como un amigo o como algo más. El rizado provocaba en Temo sentimientos nuevos, pero aún no entendía que significaba cada uno.

El sueño que Cuahutémoc quería retomar, se había ido por hundirse en sus pensamientos, pasó un par de horas en la misma posición hasta que un sonido lo saco de sus pensamientos; su celular.

Tomó el celular del pequeño buro que se encontraba al lado de su cama y miró la notificación que aparecía en la pantalla... "1 nuevo mensaje de Aristóteles😎"

"Hola, Temito bonito, ¿estás dormido?", escribió y presionó la tecla de enviar. Aristóteles caminaba hacia su habitación dispuesto a buscar ropa cómoda antes de bañarse, una plática con sus padres lo había inspirado a confesarle a Temo todo lo que sentía, tal vez la razón por la que él le pedía tiempo era porque Aristóteles sólo le demostraba cariños pero no le decía lo que sentía.

Buscaba entre sus cajones una playera y se detuvo al sentir la vibración de su celular. "2 nuevos mensajes de Temo💙🤙🏼"

No, Ari jajaja estoy despierto
¿Pasa algo?
9:48pm

¿Estás ocupado?
9:48pm

No, ¿necesitas algo?👀
9:49pm

¿Nos podemos ver en la azotea en 20 minutos?
9:50pm

Claro que sí, ahí te veo
Pero responde ¿pasa algo?
9:50pm

Tengo algo que decirte 🙈
9:50pm

¿No puedes decirme por aquí?👀
9:51pm

Nop, y no me pidas que te lo diga jajajaja no te diré nada, tendrás que esperar, dormilón
9:52pm

Pff bueno
9:52pm

Ahí te veo, Temito💙
9:52pm

Rápidamente entró a ducharse, se alistó y avisó a sus padres que saldría a hablar con Temo, éstos le echaron porras mientras salía y se fue felizmente hacia las escaleras que daban a la azotea.

—Hola, ricitos.

Besayúname [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora